En apenas unos meses el cambio de poder de Mario Draghi ha demostrado lo rápido que puede evolucionar el panorama político italiano. Con las elecciones a la puerta, podemos decir que sí existieron intentos de involucrar al expresidente del Banco Central Europeo en ellas, concretamente por parte de Enrico Letta, el líder del Partido Democrático, que quería aprovechar la popularidad de Draghi para conformar una coalición. Sin embargo, la operación fracasó debido a que las intenciones del expresidente del BCE son completamente opuestas y prefiere mantenerse en un perfil institucional y ser la expresión de la unidad nacional.
Aunque gane la derecha, que es a dos días de las elecciones la opción más probable, la sombra de Draghi seguirá presente, sobre todo en materia económica. Italia mantiene una deuda estratosférica y depende de los 221 mil millones de euros del fondo anticovid, por lo que, al menos en ese sentido, el nuevo gobierno tendrá un poder muy limitado y deberá acogerse a las políticas ya establecidas. Sin embargo, el futuro real del todavía presidente del Consejo de Ministros italiano es una incógnita y mientras algunos especulan sobre la Comisión Europea o la OTAN, otros creen que acabará su carrera en el punto más alto: presentándose a la presidencia de la República.
Corresponsal, Jordi Barcia