A pesar de que en Japón están prohibidos los juegos de azar, el Pachinko lleva casi un siglo erigiéndose como una alternativa para poder apostar libremente. La trampa reside, en que los jugadores, en vez de recibir efectivo tras ganar, reciben premios como peluches, colonias o aparatos electrónicos. Eso sí, pueden canjear estos objetos por dinero en tiendas cercanas las cuales están asociadas con las salas de juego.
El país asiático tiene un verdadero problema con el juego, una de cada diez personas admiten jugar al Pachinko al menos una vez a la semana. Y es que, este juego, genera más de 172 mil millones de euros al año, una cantidad que general el PIB neozelandés.
El Pachinko además, es uno de los negocios que sustentan desde el extranjero al régimen de Corea del Norte. Esto se debe a que la mayoría de estos establecimientos están regentados por coreanos, que en muchas ocasiones deben enviar dinero al gobierno de Kim Jong-Un para evitar que los familiares que residen en Corea del Norte no sean agredidos.
Las deudas que contraen los jugadores compulsivos, son uno de los factores que más influyen en el hecho de que alrededor de 90.000 personas desaparezcan en Japón al año.