Entre 2006 y 2017 se perdieron cerca de 1.500 parejas de aguilucho cenizo, lo que representa un declive de más del 20% en apenas un decenio. Según la Sociedad Española de Ornitología y otras organizaciones, el trabajo de los voluntarios ha logrado mantener la población de esta especie amenazada y frenar su muerte casi anunciada.
Su hábitat son los suelos de cultivos, grandes campos de cebada y trigo, donde ubican sus nidos para protegerse. El problema es que su anidación coincide con la campaña de cosecha y el paso de las cuchillas de las cosechadoras pueden acabar ahondar más en la continuidad de esta especie amenazada.
Para tratar de protegerlas, SEO lleva desde 2009 trabajando con voluntarios y ornitólogos que salvan la especie detectando y cercando los nidos, compensando económicamente a los agricultores. La mayoría ya colabora, sobre todo los que saben que son aliados frente a las plagas. Pero sigue siendo necesaria la concienciación de su papel en la lucha contra su desaparición.
