Hemos tenido la oportunidad de acercarnos hasta el país de los osos, que no es otro que el territorio de la cordillera cantábrica habitado por el gran plantígrado. Y lo hemos hecho porque la Fundación Oso Pardo, que trabaja desde hace treinta años en su defensa, lleva a cabo en estos momentos acciones enfocadas a tratar las consecuencias del cambio climático sobre esta especie.
Las tierras leonesas del Alto Sil son las que nos acogen. Un espacio que vio cerrar su última mina de carbón hace escasos años y que experimenta una pérdida de población acuciante. Pero a la vez que disminuyen los habitantes humanos, otros salvajes, que rozaron la frontera de la extinción, ven aumentar sus efectivos. El último y reciente censo ha arrojado una cifra que cuadruplica los ejemplares de hace tres décadas.
Hoy los osos son nuestro principal referente, pero tendremos otros que se encargará de explicarnos Joaquín Araújo: porque ser naturalista resulta muy saludable.