Un monarca en la república. Tras un fin de semana rebosante de imágenes, Giorgio Napolitano jura esta tarde la renovación de su cargo. Silvio Berlusconi sonriente, Pier Luigi Bersani llorando y Beppe Grillo vociferando son las instantáneas de las últimas horas.
A las cinco de la tarde Giorgo Napolitano jurará como presidente en una histórica renovación, para los próximos siete años.
En su agenda aparece una rápida ronda de contactos con los partidos y el miércoles encargará la formación de gobierno. Será un ejecutivo llamado "del presidente" y con una vida limitada.
Giuliano Amato es quien muchos señalan como próximo primer ministro. Tiene experiencia al frente de gobiernos de vida limitada: lo fue durante de 10 meses entre junio de 1992 y abril del 1993 y durante 13 entre abril de 2000 y mayo de 2003.
Su misión será abordar algunas leyes de carácter urgente, como la reforma electoral y tras esa suerte de varas, dejar la legislatura para la faena de nuevos comicios.
El Partido Democrático, por su parte, tendrá la misión de refundarse rápidamente para evitar la ruptura que se adivina en un horizonte muy, muy cercano. Tras un congreso, debe ser Matteo Renzi el encargado de cerrar las grietas que parecen más bien corredores dentro de la casa progresista.
El candidato a presidente en la primera votación, Franco Marini, no se muerde la lengua y dice que Renzi es un hombre con un nivel de ambición desenfrenada
Así empieza este lunes este nuevo capítulo de la historia de Italia con un Berlusconi reforzado y un Grillo que habló de golpe de estado con la reelección de Napolitano. Mandó a la gente a marchar sobre Roma. Demasiadas similitudes con Mussolini. Al final anuló la algarada y dijo que era un golpecito. Quizás se diera cuenta de que las palabras, como balas de plata, también terminan con los vampiros.