La singularidad, el de repente, el hasta aquí de la revolución de la inteligencia artificial podría haber comenzado. Ese punto de inflexión a partir del cual las aplicaciones informáticas superinteligentes y los robots pasan a protagonizar el relato. Hoy enciende el fuego de la cueva Carlos Fenollosa, profesor de Inteligencia Artificial en la Universidad Politécnica de Cataluña y de Emprendimiento en la Universidad Internacional de Cataluña y autor del libro La singularidad, publicado por ARPA, un análisis en profundidad sobre la inevitable transformación que va a vivir, que ya está viviendo la humanidad. La inteligencia artificial pasará a realizar la mayoría de tareas por nosotros y transformará la sociedad en algo diferente de lo que es ahora, la vida de nuestros abuelos, escribe Fenollosa, se parecerá más a la de los humanos de la Antigua Grecia que a la de nuestros nietos.
De todas las revoluciones de la historia la singularidad es la de mayor importancia porque tiene el potencial para ser la última. El punto a partir del cual podremos pedir a la tecnología que descubra una cura contra el cáncer o dirija una empresa por nosotros, quizá una vez que descifremos la IA podamos descifrar todo lo demás. Por eso es fundamental entender lo que viene, ser agentes activos, decidir como sociedad si queremos que la inteligencia artificial se use como el cuchillo de cortar el pan o como el que causa una herida mortal. Hoy ponemos luz a las causas, consecuencias y retos de haber inventado máquinas que piensan.
Con Jaime García Cantero reflexionamos, con motivo de las elecciones en EE.UU., sobre la relación entre tecnología y democracia, y en nuestro túnel del tiempo nos reencontramos con la científica Margarita Salas cuando se cumplen cinco años de su muerte.