Conocí la historia de Ana Mladic a través de un reportaje escrito por Clara Usón (Mi padre es un tirano), en el que la escritora contaba cómo habían sido las vidas de distintas hijas de tiranos desde Carmen Franco a Svetlana Stalin o Alina Fernández.
Ana Mladic se metió en mi cabeza. Su historia me atrapó. La bala con la que se mató la hija del general serbio Ratko Mladic, conocido como carnicero de Bosnia, uno de los criminales de guerra que está siendo juzgado en el Tribunal de La Haya, traspasó mi curiosidad y me hizo querer saber más: por qué lo hizo, como se enteró de que su adorado padre no era el héroe que creía sino un criminal. Conocí su historia a través de un reportaje escrito por Clara Usón ('Mi padre es un tirano'), en el que la escritora contaba cómo habían sido las vidas de distintas hijas de tiranos desde Carmen Franco a Svetlana Stalin o Alina Fernández (hija de Fidel Castro). Pero la que más me impactó fue la de Ana Mladic, quizá porque como Clara Usón, sentí simpatía por quien fue capaz de dudar de las certezas de su vida; sentí compasión por quien no pudo soportar la verdad.