La batalla se recrudece y los barcos españoles y franceses sufren grandes destrozos. Es la hora de la verdad, cuando unos quedarán para la historia como vencedores y otros como derrotados. En los momentos decisivos aparecen los auténticos valientes y también los cobardes; unos se rendirán pronto, otros pelearán hasta la muerte, obstinados en seguir en batalla con el cuerpo destrozado. En estas circunstancias, la rabia de Marcial hacia el desastre que ve cada vez más irremediable le impulsa a querer disparar con sus propias manos una última bala contra los ingleses. Sin una pierna, con solo un brazo y tuerto, encender el botafuego es casi imposible: un palo con una mecha en su extremo que finalmente será Gabriel el que la acerque al cañón y… “¡Muy bien, “sardiniya”! ¡Tu primera “ondoná”!
La escuadra combinada ha caído frente a la flota comandada por el almirante Nelson, aunque esta victoria será también su tumba.
¿Quién gana y quién pierde en una guerra? ¿Cuándo termina la batalla? ¿Qué pasa cuando el fuego cesa? ¿Cómo sobreviven, heridos y moribundos, en navíos desarbolados y desmembrados en medio del mar?