“Vivo sola y necesitaba compañía”, dice Blanca Portillo. Así llegó a su vida Eduardo, un Australian Cobberdog. “Nos hemos hecho muy amigos, es mi compañero de vida, nos cuidamos y nos queremos”. Blanca emplea mucho tiempo en los paseos, adaptados siempre a las necesidades de Eduardo. “Hay que tener cuidado con el ejercicio excesivo y la exigencia, esto provoca estrés”. Y ha aprendido a solucionar los problemas del miedo, sobre todo con los cohetes, petardos y fuegos artificiales. “Me siento con él en el balcón y le digo, mira, no pasa nada”.
Eli y Santi valoran positivamente el trabajo de Blanca y cuando Eduardo ladra al cámara de RTVE, ellos le dicen que sea ella quien se acerque para que el perro vea que no hay peligro. Y funciona. “Cuando el perro está atemorizado no hay que imponer, hay que relajar, dejarle hacer lo que quiera, si el miedo va a más y le castigamos, puede ser peor, pudiendo provocar un infarto”.
La actriz tiene claro que si tuviera otro perro sería adoptado. Santi y Eli le dan consejos y le dicen que es importante pensar en la edad y el tamaño, también en nuestra forma de vida para poder cubrir las necesidades del perro.
Eduardo se ha amoldado al trabajo de Blanca. “Cuando puedo me lo llevo a las giras y al teatro, se queda esperando en el camerino hasta que vuelvo. Siempre le he enseñado a que me voy pero vuelvo. Cuando no puedo llevármelo no pasa nada, por suerte tengo gente que está encantada de cuidar de él”.
