El 21 de julio del 356 a. C. nació en Pella, capital de Macedonia, un niño que estaba destinado a realizar magníficas gestas y que sería conocido como Alejandro Magno.
Sus padres fueron Filipo II de Macedonia y la reina Olimpia, princesa de Epiro.
Filipo construyó los cimientos para que su hijo llegara a ser quien fue.
Macedonia era un país que estaba al borde del desastre. Filipo comenzó por deshacerse de sus contrincantes y pagar un subsidio para que no invadieran su país las tribus cercanas. Reorganizó las tropas y pudo hacer frente a la amenaza ateniense. Las excepcionales cualidades del monarca y la reorganización que hizo en el ejército logró que sus tropas fueran el verdadero artífice del poderío macedonio.
La capital de Macedonia, Pella, fue adoptando una fisonomía urbanística típicamente griega, siendo dotada incluso de un puerto. Se construyeron colonias en los territorios sometidos y enclaves estratégicos.
Alejandro, hijo de Filipo II, fue educado por Aristóteles. Heredero del reino de su padre, con dieciséis años fue nombrado regente de Macedonia, y con dieciocho dirigió el ala izquierda de la caballería en la batalla de Queronea.
Con veinte años se convirtió en rey tras la muerte de su padre. No solo heredó un reino, también el objetivo de su padre, conquistar el Imperio Persa.
Fernando Orea, director del programa "La cresta de la onda" de Radio Exterior de España, nos hablará de este excepcional conquistador y monarca.