Volvemos a uno de esos jardines escondidos que con su pequeña pero gran biodiversidad alimentan a cuidadores, amigos y vecinos. Es el jardín del caqui que cuidan Birgit y Daniel en el barrio de la Satalia de Barcelona, un barrio con su antiguo nombre de flor.
El árbol del caquis que preside el jardín es imponente, se alza junto a un estanque de nenúfares y peces que un buen día construyó Daniel para tapar una escalera. Es un individuo tan enorme que alimenta con sus frutos de otoño a la familia, a los amigos y vecinos que vienen cada año provistos de cajas para recogerlos.
Descubrimos la herencia jardinera y oriental de Birgit y paseamos entre limoneros, un enorme naranjo con la copa apuntalada en diferentes extremos y un pequeño huerto de aromáticas. La diosa Ceres, símbolo de la fertilidad, se asoma en forma de escultura al jardín desde la casa de al lado.
Ningún caqui se despilfarra, así lo comenta Birgit y con esta misiva nos ponemos a descubrir iniciativas solidarias para recuperar la comida que supermercados, restaurantes y casas privadas tiran a diario. Conocemos los ejemplos de la Plataforma Aprofitem els Aliments, Food Sharing Leon, Proyecto Nevera Solidaria en Galdakao, la Cooperativa Fruta Feia de Portugal o Last Minute Market de Bologna, en Italia.
Escuchamos la música de: Lazy, “Para Naima”; Giuliano Parisi, “Greta”; Alondra Bentley, “Remedy”.