José Fouché

Supo bien convertir en plusvalías sus minusvalías y llegó a ser Duque de Otranto y hombre poderosísimo en tiempos convulsos, que devoraban a todos los poderosos menos a él, que flotaba en las crisis como un corcho.  En la biografía escrita por Stefan Zweig el siniestro Fouché queda retratado como un miserable, un sanguinario y un inmoral hasta la misma náusea. Balzac, sin embargo, reconoció en este criminal perfecto al hombre más interesante de su tiempo, puesto que encarnaba como nadie el espíritu de una época que entrelazaba los grandes ideales con el barro del que está hecha la naturaleza humana.