Urbano guarda un palo detrás de la puerta para defenderse de los turistas que se equivocan de casa. Salir a su terraza es meterse en la boca de un...
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20/06/2017 00:22:17Urbano guarda un palo detrás de la puerta para defenderse de los turistas que se equivocan de casa. Salir a su terraza es meterse en la boca de un...
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20/06/2017 00:22:17Disponible hasta: 21-02-2222 23:00:00
Urbano guarda un palo detrás de la puerta para defenderse de los turistas que se equivocan de casa. Salir a su terraza es meterse en la boca de un lobo que no deja de aullar y enfrentarse a una ruleta rusa que lanza cristales, botellas, vasos y hasta toldos sobre su cabeza y la de su familia. Es el único propietario que no ha abandonado su casa y sobrevive a la marea etílica que sube cada noche con la llegada de diez mil turistas a esta calle de El Arenal, en Mallorca. Mientras, en la vecina Magaluf, también en la isla de Palma, los turistas británicos van en busca de alcohol barato, sexo, fiesta y drogas. Se emborrachan en las aceras de una calle en la que se aprietan los neones de discotecas, bares, pubs y trece prostíbulos. Es imposible saber cuánto alcohol se vende en este rincón de Mallorca que se ha convertido en uno de los puntos más conflictivos del turismo de borrachera en nuestro país. Jesús es taxista, deposita turistas en los hoteles. Su carrera diaria está salpicada de vómitos e insultos. Muchos de los que sobreviven a las excursiones etílicas no pagan, llegan a destino con la cartera vacía. Quienes viven del turismo saben que son molestos, están trabajando para atraer a otro tipo de visitantes, pero reconocen que hacen caja y no saben si un cambio de estrategia será lo mejor