A comienzo de los años 70, Sebastião Salgado era un licenciado en Economía que ultimaba su tesis en París y trabajaba para la Organización Internacional del Café en diferentes proyectos junto al Banco Mundial. Hasta que tomó una decisión vital radical: abandonarlo todo y dedicarse a la fotografía. Comenzaba la leyenda del gran fotógrafo social.
En los siguientes 40 años se ha jugado el tipo, encontró un punto de vista único que le elevó a celebridad artística, perdió la fe en la humanidad, y recuperó la esperanza amando la naturaleza. Una vida inspiradora que tiene quien la cuente: su hijo Juliano Ribeiro Salgado y el cineasta alemán Wim Wenders, autores del documental 'La sal de la tierra' que el 31 de octubre llega a las salas españolas, tras ser premiado en los festivales de Cannes y San Sebastián.
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