Sinopsis
¿De todos los animales, el que tiene ahora más contaminantes en el cuerpo eres tú¿. Esta afirmación algo efectista es de Nicolás Olea, investigador de la Universidad de Granada, un pionero en los estudios dedicados a descubrir la presencia de contaminantes en el organismo. Os presentamos estos contaminantes, los llamados Compuestos Orgánicos Persistentes (COPs), en los reportajes ¿Si te dicen qué comí (partes 1 y 2)¿ pero, por cuestión de espacio, nos dejamos en el tintero un tema que tiene su propia relevancia si hablamos de alimentación y contaminantes: el mercurio.
Hemos usado con profusión este metal desde hace 3.500 años, y todavía lo hacemos hoy. Se calcula que liberamos al medio 50.000 toneladas de mercurio al año y una parte se incorpora en la cadena trófica. El mercurio está en el suelo y en la atmósfera y a través de la lluvia acaba en aguas fluviales y marinas. Eso, cuando no es por la contaminación directa de una empresa que vierte en el río y por tanto también en el mar. Una vez en el medio marino los microorganismos convierten el metal en metilmercurio y en esa forma es como nosotros, los humanos, lo acabamos incorporando. La fórmula es simple: los microorganismos se hallan en la base de la cadena alimentaria y los grandes peces predadores y nosotros estamos en la cúspide. Por tanto, los altos niveles de mercurio en los pescados también nos afecta.
En la secuencia que os presentamos en este ¿Escarabajo Plus¿ hablamos con Carmen Vidal, catedrática de Nutrición y Bromatología de la Universidad de Barcelona, y con Ferrán Ballester, médico del Centro Superior de Investigación en Salud Pública de Valencia. Un estudio que publica la revista Environtment International realizado sobre población española y en el que ha participado Ballester, junto a otro grupo de expertos, se advierte de los peligros que comporta para las personas este neurotóxico que incorpora el pescado.
