Enrique Urbizu compite por la Concha de Oro en el 59 Festival de San Sebastián con "No habrá paz para los malvados", un thriller oscuro, violento y demoledor en el que sobresale el trabajo de José Coronado, y donde se analiza, "sin sacar conclusiones", cómo pudo ocurrir el 11-M.
Santos Trinidad, un policía que repele desde el primer fotograma física y moralmente, es un ser "que solo quiere salvar su culo, pero de repente se encuentra con algo mucho más complejo".
Un personaje complejo y delicado a quien el actor debía modelar para que el público sintiese empatía. "Esa tristeza de Santos hace que el espectador le coja un cariño raro y hagan el viaje con él y quieran que triunfe", dice.
"No habrá paz para los malvados", título que el director ha tomado de un versículo del libro de Isaías, es un relato "imparable" que no tiene tiempo de explicar qué le ha pasado a Santos Trinidad, cómo ha llegado a ser el desecho de persona que es, "eso sería otra otra película", sugiere Urbizu.
El atractivo actor madrileño, ya rasurado y luciendo un aspecto inmejorable a sus 54 años, está convencido de que esta cinta es "un peliculón" que demostrará el vigor del cine español, gracias a la potencia creativa y el talento del director que, dice, "deja muy por debajo a muchos thriller americanos con diez veces menos presupuesto".
Coronado encarna a un hombre acabado, amargado, alcohólico y solitario, tan de poco fiar que sólo le soporta su compañero de patrulla.
Su delirante existencia le lleva en la primera escena a una última copa en un bar de chicas donde acaba acribillando a balazos, y a sangre fría, a todos los presentes menos a uno, de aspecto árabe, que escapa, y con él comienza la persecución de Santos.
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