Por primera vez tenían permiso del Tribunal del Distrito de Jerusalén para rezar como hombres. Y con esta intención -ataviadas con talit y kipás- han acudido un centenar de mujeres al Muro de las Lamentanciones, donde judíos ultra-ortodoxos las han recibido con piedras, botellas y aguas. Allí, en el lugar más sagrado de su fe, no son bievenidas.
Son las "Mujeres del Muro", judías que reivindican su derecho a rezar igual que los hombres, es decir, en voz alta, con cánticos, y con la indumentaria que describe la Torá. Y lo han conseguido aunque, eso sí, escoltadas por la Policía israelí.
El Tribunal del Distrito de Jerusalén dictaminara recientemente que no suponía una "vulneración de la costumbre local" hacerlo ataviadas con indumentaria característica de los varones judíos. Cada mes este grupo de féminas había acudido al Muro de las Lamentaciones ataviadas con filacterias y solideos para leer directamente de rollos del libro sagrado del judaísmo, lo que es considerado por los sectores ortodoxos como un desafío, una blasfemia y un acto de provocación.
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