Sinopsis
En Francia ha muerto a los 96 años Jean Marie Le Pen, fundador del Frente Nacional y padre de la actual líder de la ultraderecha francesa Marine Le Pen. Nacionalista, populista y carismático, Le Pen conmocionó la política francesa en 2002, cuando llegó inesperadamente a la segunda vuelta de las presidenciales, en la que luego perdió contra Jacques Chirac.
Reaccionario, extremista, racista, xenófobo... Si algo define al patriarca de la ultraderecha francesa es la provocación. Su dilatada carrera politica no ha estado exenta de polémicas, denuncias judiciales, ataques a su vivienda o a su persona, y sorpresas.
Fundador en 1972 del Frente Nacional, Jean Marie Le Pen se convirtió en todo un fenómeno, cuando su discurso caló en la Francia de mediados de los 80.
Por entonces, proponía "la expulsión de los extranjeros", mayoritariamente argelinos, para acabar con el paro, en el país.
Diputado nacional y europarlamentario, dio la campanada en 2002. Por primera vez la extrema derecha pasaba a segunda vuelta de las presidenciales. Le Pen derribó al socialista Lionel Jospin, pero perdió la carrera al Eliseo ante Chirac.
En 2011, su hija Marine le sucede como presidenta del Frente Nacional. La tirantez y la distancia ideologica entre ambos se agranda y cuatro años después el patriarca es desposeido del título de presidente de honor de la formación, ahora convertida en Agrupacion Nacional, la principal fuerza opositora en Francia. El motivo: su reiterada minimización de las cámaras de gas nazis, dijo que eran un detalle de la II GM y después de condenado lo reiteró. Ante los tribunales, Le Pen tuvo que responder en varias ocasiones de acusaciones de violencia racial, discriminación, o torturas supuestamente cometidas durante la guerra de Argelia.
Retirado definitivamente de la política en 2019, cuando dejó su escaño en el europarlamento, Jean-Marie Le Pen seguía a los 94 participando en tertulias. Su voz se ha acallado, pero su ideario pervive en la Francia de hoy día. Y en parte, gracias a su discurso, la inmigración es una de las principales preocupaciones del electorado galo.
FOTO: JOEL SAGET / AFP
