El último intento de los abogados de Troy Davis para suspender su ejecución solo ha servido para retrasarla unas horas. Finalmente, el reo ha sido ejecutado por inyección letal en la cárcel de Jackson, en Georgia, pese a las dudas que han rodeado el caso después de que los testigos que declararon en su contra se retractaran.
Su ejecución se producía este miércoles por la noche (madrugada del jueves en España) después de que la Corte Suprema de Estados Unidos rechazara minutos antes una última petición de la defensa de Davis para evitar la pena de muerte.
Tras unas cuatro horas de deliberación, el alto tribunal rechazaba suspender la ejecución de Davis, sin emitir comentarios sobre su decisión, por lo que se retomaron los preparativos para llevarla a cabo.
"No fue mi culpa. No tenía una pistola. Soy inocente". Esas han sido las últimas palabras de Davis antes de recibir la inyección, según han comentado varios testigos de la ejecución.
A las afueras de esa cárcel se hizo el silencio entre los cientos de manifestantes que se habían congregado para pedir clemencia para Davis ante las dudas sobre su culpabilidad, informa Efe.
Davis, de 42 años, había evitado la ejecución en tres ocasiones desde 2007 y buscaba lograrlo de nuevo. En 1991 fue condenado a muerte por el asesinato en 1989 de Mark MacPhail, agente de policía de la localidad de Savannah.
Siete de los nueve testigos que declararon en su contra en el juicio posteriormente se retractaron, según su defensa.
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