Sinopsis
Es casi una norma no escrita: regalamos un móvil a nuestros hijos cuando cumplen 12 años. Los motivos son variados: para tenerlos localizados, para que puedan hablar con sus amigos, para que se distraigan, o quizás, para que no sean los únicos sin él. Más del 70% de los chavales, según estadísticas, ya usa su propio smartphone. De ahí que hace unos meses un grupo de padres en el barrio de Poblenou, en Barcelona, crearan una plataforma 'Adolescencia libre de móviles', que ya se ha extendido por el resto de España. "No somos anti tecnología, ni somos anti móvil, ni queremos que prohíban el móvil. Nuestra idea es hacer piña y hacer un pacto social e intentar este objetivo de retrasar la entrega al máximo", cuenta Elisabet García Permanyer, una de las impulsoras de la plataforma.
Mar España, de la Agencia Española de Protección de Datos, asegura que "el 90 y tanto por ciento de los adolescentes consumen porno y, de ellos, tres de cada cuatro porno duro". Cuestión aparte es el móvil en las aulas. Algunos estudios lo asocian a una menor capacidad de concentración, al empobrecimiento del lenguaje y de la comprensión lectora. La UNESCO recomienda dejarlos fuera de las escuelas. En España no hay normativa común, solo Madrid, Galicia y Castilla-La Mancha lo han regulado. Jordi Musons, director de la Escola Sadako de Barcelona, confirma que "desde que los móviles no están entrando en la escuela, hemos conseguido muchísimas horas de desconexión total". Prohibir el móvil en las aulas o limitar su uso por edad, por ahora, no está en los planes del Gobierno. La AEPD, la Fiscalía y otras 130 instituciones y ONGs urgen a aprobar medidas concretas. De nada servirá prohibir, regular ni educar, si antes los adultos no levantamos también la vista de la pantalla.
