La crisis de los microchips

Diminutos y ocultos en su interior, los dispositivos semiconductores, conocidos popularmente como microchips, son imprescindibles para que funcionen coches, móviles, ordenadores, electrodomésticos, ascensores, equipos médicos… prácticamente cualquier producto con algún componente digital. Sin ellos, las fábricas tienen que parar. Y eso es lo que está empezando a pasar. El impacto de la falta de microchips es especialmente grave en el sector del automóvil -España es el segundo productor europeo y el octavo mundial- pero recorre casi toda nuestra industria.
Informe Semanal analiza en "La crisis de los microchips" cómo la deslocalización masiva a terceros países -sobre todo asiáticos- en busca de bajos costes y mano de obra barata nos está pasando factura. El 80 por ciento de los semiconductores del mundo se fabrican en Taiwán y Corea del Sur. Si a la reducción de la producción por la pandemia y problemas de suministro eléctrico le sumamos el incremento de los gastos de transporte, sobre todo el marítimo, el resultado es una escasez que eleva los precios.
La Unión Europea intenta recuperar la soberanía tecnológica perdida con políticas de reactivación del tejido industrial. Hay proyectos para abrir una fábrica de semiconductores en Europa. Pero de momento, la lista de espera para recibir microchips, vitales para la reactivación económica, puede alargarse varios meses y crece el temor al desabastecimiento, a pocas semanas de la campaña de Navidad.