Filosofía, ¿para qué?

La enseñanza de la filosofía estará sometida a varios cambios que empiezan el próximo curso y que han estado rodeados de polémica. Tendrá más presencia en el Bachillerato, pero probablemente menos en la ESO, al dejar de ser una optativa de oferta obligatoria en todo el territorio. En Informe Semanal hemos buscado respuesta a una pregunta que hemos oído con frecuencia durante ese debate: Filosofía, ¿para qué?
La filosofía y las preguntas filosóficas nacen “en los sitios donde hay una democracia, una discusión pública a nivel de tú a tú, como el ágora griega”, sostiene el filósofo Fernando Savater. Y esas preguntas, añade, no son preguntas para resolver un problema, “sino para resolver el problema de vivir problemáticamente”.
Las ideas filosóficas están detrás de los grandes cambios de la historia, han inspirado utopías, han alentado ideales como la igualdad o la justicia o han sentado principios básicos de la democracia, como la división de poderes.
La filosofía lleva “a descolocar las cosas y nuestro punto de vista ante ellas”, asegura la filósofa Ana Carrasco-Conde, “un incordio” necesario para “entender a qué te refieres cuando hablas de justicia, o entender por qué haces ciertas cosas”. Hay debates filosóficos eternos, como el del bien y el mal, y otros muy pegados a presente, con la necesidad de reflexionar sobre los objetivos y consecuencias del desarrollo científico y tecnológico con el avance, por ejemplo, de internet, que “ha sido una revolución a un nivel quizá tan importante como, dicen, fueron la rueda o el fuego”, afirma el filósofo José Carlos Ruiz.