El Hierro, escala crítica

La más pequeña de las Islas Canarias se ha convertido en una escala primordial de la peligrosa ruta migratoria que parte de las costas africanas hacia el interior del Atlántico. Solo en octubre 61 cayucos llegaron al puerto de La Restinga. 7.000 migrantes en un solo mes. La cifra total de llegadas, en lo que va de año, supera las 10.000. Y, en El Hierro, hay algo más de 11.000 habitantes. El dato da cuenta de cómo se ha podido ver desbordada la isla, independientemente de que las derivaciones sean -en la mayoría de los casos- inmediatas. Las siguientes escalas están provocando un nuevo tsunami político. En la isla lo que se percibe es "una sangría. Una cronificación de la muerte como método de supervivencia", en palabras de Txema Santana, periodista especializado en migraciones.

Con la vista puesta en los cayucos que se amontonan en el muerto, los pescadores tienen que seguir faenando. Y quienes entrenan el músculo turístico de la zona tampoco se pueden mostrar ajenos. Ni, mucho menos, los sanitarios. Con un hospital dimensionado a la población herreña, con solo 31 camas, han tenido que diseñar un plan de contingencia. Begoña García, directora médica del centro, se muestra muy sincera: "No podemos dejar a los habitantes de la isla descubiertos, pero no podemos abandonar a los migrantes. Al principio de la crisis, en junio, venía mucho adulto varón. Últimamente, están viniendo muchas mujeres y niños con patologías que no sabemos". Lo cierto es que los niños que tutela el gobierno de Canarias se han duplicado a lo largo de este año. Ya son más de 4.000 los repartidos por todo el archipiélago.