Las elecciones del pasado domingo han tenido todas las características de los mejores dramas griegos: pasiones humanas, conflictos individuales, una puesta en escena dramática y un final trágico, -la salida del euro y el derrumbe de parte de la eurozona- que, al menos, se ha pospuesto. El nuevo mapa político sigue fragmentado pero tres formaciones, los conservadores de Nueva Democracia, los socialistas del Pasok e Izquierda Democrática, se han puesto de acuerdo, en un tiempo record, para formar gobierno. Queda al margen la oposición izquierdista de Syriza que con 71 diputados ha sido el segundo partido más votado en las pasadas elecciones. Grecia inicia una nueva etapa aunque la desconfianza de Europa hacia el país heleno no parece dispuesta a amainar mientras las cifras económicas no sean convincentes.
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