Exhumación de Primo de Rivera

Los trabajos han comenzado de madrugada en el Valle de Cuelgamuros, que lleva cerrado desde el viernes. Presentes unas 80 personas: los familiares, los operarios encargados de levantar la losa de granito de 3.500 kilos que cubre la sepultura y algunos monjes benedictinos y niños de la escolanía del Valle.

Por parte del Gobierno, solo representantes de Patrimonio Nacional, al que pertenece el mausoleo. El prior de la abadía Santiago Cantera rezará un responso antes de su traslado al cementerio de San Isidro, elegido por la familia porque allí están enterrados otros familiares de Primo de Rivera, como sus hermanos Miguel y Pilar. Junto a ella se depositaría la urna con sus restos. Será su quinto entierro desde que fue fusilado por los republicanos en 1936.

En esta ocasión, para cumplir con la Ley de Memoria Democrática, que sí autoriza que se quede en el Valle -al ser una víctima de la Guerra Civil-, pero no permite que la tumba esté en un lugar preeminente de la basílica, como hasta ahora, junto al altar mayor.

La discreción, por expreso deseo de la familia, marcará la exhumación, que se lleva a cabo justo cuando se cumplen 120 años del nacimiento del fundador de la Falange.