Sinopsis
Antes de cumplir los 20, el llamado Pequeño Nicolás había pasado del colegio a la universidad, a los desayunos con ministros y a los coches con escolta. Se había convertido en un experto en hacerse fotos con gente importante que le servirían para hacerse pasar por agente del CNI, asesor de Moncloa o intermediario de la Casa Real. E incluso, a ser uno de los 2000 invitados de la recepción del Rey, el Día de la Hispanidad.
Hasta 2014, cuando fue detenido acusado de falsedad documental, estafa en grado de tentativa y usurpación de funciones públicas.
Francisco Nicolás Gómez Iglesias acumula desde entonces dos condenas. En total 4 años y 9 meses de prisión por diferentes delitos. En 2018 fue juzgado y absuelto por injurias y calumnias al CNI.
Pero no evitó una condena en 2021. Primero, por falsificar el DNI para que un amigo suyo se presentara por él a la selectividad. Y ese mismo año volvimos a verle en los juzgados por el famoso viaje a Ribadeo.
En él se hizo pasar por emisario del Rey y fijar un almuerzo con el presidente de Alsa. Antes de su viaje contactó con el Ayuntamiento y la policía Local que le prepararon una comitiva de bienvenida. En el juicio alegó textualmente que “quería tirarse el pisto y hacer un viaje pomposo”.
En ambos juicios se tuvo en cuenta el atenuante de anomalía psíquica y se estableció que padecía un trastorno de personalidad con características narcisistas. Su abogado evitó la cárcel recurriéndolos en el Supremo.
Pero no son los únicos asuntos pendientes con la justicia, todavía tiene que aclarar cómo accedió, supuestamente, a bases de datos del Ministerio de Interior con la intención de hacerse pasar, nuevamente, por un alto cargo del Estado y ofrecer ayuda a terceros a cambio de dinero
Y este martes, de nuevo, vuelve a sentarse en el banquillo de los acusados por un delito de estafa a un empresario al que le hizo creer que estaba perseguido por el fisco para quedarse con parte de su dinero.
