Sinopsis
Aprovechando la pendiente de una cantera -materia prima- y a pie del nacimiento del rio Llobregat -fuente de energía-, en Castellar de N’hug en el Bergadà, un grupo de empresarios visionarios, al frente de los que se encontraba Eusebi Güell, construyeron a principios del siglo XX la fábrica de cementos y la colonia obrera Asland. El profesor de Historia en la UAB Josep Maria Benaul ha despejado las dudas de Juan Carlos Ortega sobre aquel momento histórico y el contexto socio-económico.
Sobre un proyecto desarrollado por otro grupo, este de artistas, arquitectos e ingenieros intrépidos, entre ellos Antoni Gaudí, tan ligado al empresario catalán y que contribuyó con los diseños de algunas de las casas para los ingenieros de minas de la fábrica y de unos jardines para la familia Artigas, vecinos y empresarios textiles a su vez. También el ingeniero Rafael Guastavino asesoró en la construcción de los techos en bóveda -bóveda tabicada-, conocida como bóveda catalana, y que más tarde, ya en los Estados Unidos, patentó él mismo como bóveda Guastavino. Muchos de los edificios públicos de Manhattan y de otras ciudades norteamericanas lucen todavía el legado del ingeniero español. La Catedral católica de Saint John The Divine en Nueva York es un buen ejemplo, con la cúpula, de estas características, más grande del mundo.
Aún hoy la potente construcción, en precario estado pues la fábrica cerró puertas en 1975, mantiene el porte altivo de los que saben que han servido de modelo y que todavía causan admiración a pesar del retiro y, a la vez, de lo imposible de llevar a cabo ahora una obra de tal envergadura. Muchas de sus propuestas siguen estando vigentes: aprovechamiento de recursos naturales próximos, construcción experta que abarate costes, materiales que eviten riesgos…
Juan Carlos Ortega lo ha contrastado con los expertos José Luis González arquitecto y profesor en la UB y Areti Markopoulou, que además de arquitecta es especialista en el uso de nuevas técnicas y materiales.
En su visita, que Juan Carlos Ortega inicia subiéndose al “carrilet”, pequeño recorrido en tren construido exprofeso para conectar la villa más cercana, Pobla de l’illet , con las instalaciones, lo guían Anna García responsable del ahora Museo del cemento y Jordi Puig, antiguo trabajador que comparte su vivencia con el programa.
Acaba Juan Carlos en el origen mismo, las fuentes del Llobregat, haciendo un homenaje a la energía que todo lo mueve y que fue imprescindible para poner en marcha un proyecto arriesgado, que pasado un siglo, recibe el merecido reconocimiento como Monumento de interés cultural.
