El presidente egipcio, Mohamed Morsi, se encuentra bajo una intensa presión para llegar a algún tipo de acuerdo con la oposición que calme los ánimos de la calle, después de cuatro días de protestas que han dejado al menos 16 muertos.
Este lunes, el Ejército, que dirigió el país entre la caída de Hosni Mubarak y las elecciones que encumbraron a los islamistas, ha dado 48 horas a los dirigentes políticos para buscar una solución antes de ofreder "su propia hoja de ruta para el futuro".
La presión militar se suma al ultimátum que los grupos de la oposición laica habían dado a Morsi, al que exigen que dimita si no quiere una campaña de desobediencia civil en contra.
En un comunicado leído en la televisión estatal, el jefe del Estado Mayor, general Abdel Fattah al-Sisim, ha calificado la protesta de expresión popular "sin precedentes" y ha pedido que las peticiones de los manifestantes sean satisfechas.
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