Sinopsis
El nombre de Elon Musk aparece día sí día también en la prensa de todo el mundo. Por elegir dos de los más recientes titulares: el hackeo de su cuenta en Twitter junto a la de grandes políticos y empresarios y, sobre todo, un pelotazo en bolsa que le ha hecho ganar seis mil millones de dólares en un día. En plena pandemia, Musk ha escalado en el top 10 de los superricos del planeta. Pero, ¿quién es realmente el jefazo de Tesla?
Podemos decir que, en primer lugar, Musk es uno de los herederos del espíritu de Steve Jobs. Gurú, innovador, vanguardista, futurista. Un personaje de esos que hacen avanzar la tecnología a base de ensayo y error y mucho, mucho autobombo. Su especialidad son los coches eléctricos. Su marca, los Tesla, son pioneros en el uso de la energía verde aunque, de momento, sus patentes están muy restringidas a un mercado de alta gama. Dicho de otra manera, vende poco (según la prensa económica, aspira a cerrar 2020 con medio millón de unidades), pero lo cierto es que nadie en su nicho le hace sombra.
Lo importante de la figura de Musk es que no se queda ahí. El ingrediente esencial de su emporio es una ambición que no tiene fin. De hecho, desde hace unos años se ha apuntado a la tecnología espacial con Space X, que aspira a monopolizar el mercado, cuando exista, del turismo sideral, con misiones aún en fase de pruebas como la de la nave Crew Dragon. También, ha abrazado la inteligencia artificial, y lo último que sabemos es que está invirtiendo en un chip cerebral a lo black mirror para fusionarnos con ordenadores. Lo que no está claro es cuánto hay de proyectos, patentes y publicidad y cuánto de realidad. Un ejemplo es el Hyperloop, ese tren supersónico capaz de superar los 1.000 kilómetros que llevamos conociendo desde hace años. Distintas ciudades mostraron interés, pero que hoy por hoy sigue en vía muerta. Así que, además de inventor, es, sobre todo, uno de los mayores empresarios del planeta. De marzo a junio, en plena pandemia, las acciones de Tesla se han cuadruplicado. Una escalada brutal con 70.000 millones de euros en el bolsillo para alguien que, recordemos, estuvo en la génesis de paypal que es una de las herramientas financieras más revolucionarias de los últimos años. Según Bloomberg, ha duplicado ya su patrimonio de 2019.
Y, en tercer lugar, es un referente de emprendedor con una impronta liberal, cien por cien do it yourself. Entre las lecciones que va dejando: presume de haber aprendido computación por su cuenta cuando era un niño, se ha movido por medio mundo para aprender y construir su perfil emprendedor, inasequible al desaliento, humanista en el sentido de que es capaz de expandirse por distintos campos sin mirar a la competencia. Musk es capaz de generar admiración y fandom de una manera descarada, descarnada quizás, un poco como la versión más ácida de Mark Zuckerberg.
Y eso es, precisamente, lo que le hace gozar de cierta popularidad entre millennials y gen Z. Una popularidad también en torno a lo que no es solo su perfil profesional. Sus polémicas también rodean su figura con excentricidades familiares como el nombre de su hijo con la cantante Grimes, que nació como Æ A-12 y un juzgado les obligó a cambiarlo porque no se pueden usar símbolos élficos sino solo las letras del abecedario. Así que el retoño ahora se llama X AE A-XII Musk.
En definitiva, Musk es mucho más que el conductor de Tesla, es alguien que está marcando a las nuevas generaciones con una visión muy concreta de lo que debe ser el mundo: dinero, exclusivismo tecnológico y ningún miedo a traer a la realidad las ideas más irrealizables.
