Hay libros que nacen de una idea meditada, un recuerdo recuperado o de una simple casualidad. Como en este caso, ya que un buen día, el escritor Pablo Martín Sánchez escribió su nombre completo en internet para ver qué encontraba, y halló a un anarquista que en 1924 fue condenado a garrote vil por intentar derrocar al dictador Primo de Rivera. Poco más encontró de su biografía, por lo que se puso manos a la obra y el resultado es esta fantástica novela, El anarquista que se llamaba como yo (Acantilado), por donde transitan personajes de ficción junto a muchos otros, sobradamente conocidos, como Blasco Ibáñez, Durruti o Unamuno. Estamos frente a una obra que se mueve entre la reflexión histórica y la aventura.
Así nos lo comentó el autor durante la entrevista que mantuvimos en una antigua fábrica textil de Sabadell, representante de todas esas fábricas que fueron caldo de cultivo del movimiento anarquista de principios del siglo XX en España. El escritor no quiso detallar qué era real y qué no lo era en la trama, ya que prefiere dejarlo a criterio del lector, pero sí accedió a detallar cuál fue el papel de la intelectualidad en aquellos años. De la misma manera que también habló del glamour de aquel París convulso que acogió a muchos españoles exiliados, como el protagonista de su libro; de si la novela es o no un homenaje a los anarquistas que surgieron de los movimientos obreros; del hecho de haber escrito un novelón de 600 páginas o de la curiosidad de saber qué opinará la crítica al tratarse de un segundo libro, el primero en una editorial de prestigio como es Acantilado.
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