Cada día cien camiones llegan al vertedero de Ishinomaki, en el noreste del país. En apenas una semana han llenado de escombros del tsunami dos hectáreas de terreno. Se descarga y después se compacta el material. Hay varios depósitos de escombros en la ciudad. En otros vemos cómo las montañas de maderas, de las casas destruídas, se pulverizan para obtener combustible industrial. Decenas de miles de coches destruidos también se almacenan en grandes espacios, a la espera de que alguien los reclame o que puedan ser reciclados. El gobierno ha pedido ayuda a los municipios no afectados para que acojan residuos de sus pueblos vecinos, saturados de escombros. 350 ayuntamientos lo han aceptado conscientes de que la limpieza aquí es cosa de todos. Una tarea que tardará, al menos, 3 años.
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