La ganadería trashumante es una actividad en regresión. Los pastores se hacen mayores y no encuentran relevo generacional.
10/10/2021 00:25:33La ganadería trashumante es una actividad en regresión. Los pastores se hacen mayores y no encuentran relevo generacional. La dureza del trabajo, sin días libres y sufriendo las inclemencias del tiempo, y la escasa rentabilidad del negocio, claves en la decadencia del sector. Las administraciones ofertan cursos y subvenciones para atraer a jóvenes. De ellos depende el futuro de la actividad y mantener la economía de muchos pueblos.
"Yo no quiero dedicarme a las ovejas. Se pena mucho, hay que tener muchas para ganarse la vida y siempre estás sufriendo. Yo estudiaré para cirujano". Así de claro lo tiene Miguel, con apenas 10 años. Es hijo de Antonio Punzano, pastor trashumante de Santiago-Pontones, en la Sierra del Segura, Jaén. Antonio relevó a su padre al frente de la explotación hace ya 19 años, y en este tiempo ha tenido que doblar el número de cabezas para ganar lo mismo que ganaba su antecesor: "y aun así no es rentable. Los costes son muchos y el precio del cordero está igual que hace 30 años. Si no fuera por las subvenciones de la Unión Europea no se podría vivir de esto". Y a todo ello hay que añadir la dureza del trabajo, donde no hay días libres, realizando la trashumancia cada seis meses para que las ovejas obtengan los mejores pastos, y trasladando a la familia medio año aquí y otro medio año allí. "No me extraña que mi hijo no quiera seguir mis pasos", remata Antonio.
Muchos de los pastores prefieren que sus hijos estudien en la capital y se dediquen a otra cosa menos sacrificada, y eso tampoco ayuda al relevo generacional. "Tienen la creencia de que la vida en la ciudad es más fácil y minusvaloran las bondades de vivir en el campo, donde no tienes jefes y no hay estrés. Yo a mi padre le di un disgusto cuando le dije que volvía de la ciudad para dedicarme a llevar su rebaño", sonríe al explicarlo Antonio Rodríguez, conocido como "Rodri" en la zona de Pontones. Él, enfermero en la UCI de varios hospitales importantes y viajero empedernido, lo dejó todo cuando supo que su padre se jubilaba y vendía el rebaño. "No podía permitir que el trabajo de toda una vida se fuera por el desagüe. Para mí, las ovejas y el pueblo son un cordón umbilical y me siento orgulloso de haber vuelto".
Para complementar los ingresos, Rodri ha abierto un alojamiento de turismo rural que está teniendo mucha aceptación, porque los más pequeños pueden conocer de cerca cómo es un rebaño de ovejas y asistir, incluso, a algún parto. "Mi padre aún no se cree que haya gente que esté dispuesta a pagar por venir al pueblo a ver ovejas", ironiza arrancándonos una sonora carcajada.
Para mitigar la falta de relevo generacional, las administraciones han abierto varias escuelas de pastores, en las que se realizan cursos y se ofertan hasta 50 mil euros de subvención para quienes se incorporen a la actividad y abran una explotación. En la de Santiago-Pontones, Jaén, se han inscrito unos 30 alumnos, la mayoría con familia ganadera. "Es una ayuda muy buena para poder empezar, para comprar los animales y las herramientas necesarias, pero vaya, que te tiene que gustar", nos comenta Marcos. A su lado Rafael, "mi padre me ha dicho que si estoy loco, que no deje de estudiar la carrera…pero si yo estoy estudiando en Córdoba y estoy deseando que llegue el viernes para volver al pueblo con mis ovejas...".
O sea que ganas y jóvenes parece que no faltan. Habrá que esperar para ver si el cordero segureño sigue teniendo futuro en los campos...y en las mesas.
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