Muchos flecos sueltos, al menos para algunos políticos y medios de comunicación, y muchas dudas sobre la legalidad y los métodos de la operación que acabó con la muerte de Bin Laden. "¿Hubiera sido posible conseguir la información si en su día no se hubieran aplicado técnicas de interrogatorio mejoradas?" La pregunta se la hacía hoy un diputado republicano al fiscal general del Estado. "No lo sé", contesta Eric Holder. "¿Deberían recuperarse ese tipo de interrogatorios, declarados ilegales por Obama por considerarlos torturas?", pregunta la CBS al director de la CIA. "Esa siempre sera una cuestión abierta", responde Leon Panetta entrando de lleno en un debate con el que el Partido Republicano pretende demostrar que los métodos aprobados por Bush han dado buenos resultados y que además no es el único.
La operación fue legal, legítima y apropiada desde cualquier punto de vista, ha dicho hoy también el fiscal general, y la sala de prensa de la Casa Blanca hierve por las contradicciones del Gobierno. "Son imprecisiones propias de las prisas", justifica el portavoz, pero eso de que Bin Laden no fuera armado ni utilizara a su mujer como escudo, en contra de lo que se dijo en un principio, no contribuye a despejar las dudas.
Tampoco ayuda que las fotos de Bin Laden muerto sigan sin difundirse ni unas supuestas declaraciones de la hija pequeña de Bin Laden diciendo que a su padre lo cogieron vivo y luego lo mataron.
Aunque, en realidad, a la opinión pública estadounidense todo esto no parece importarle demasiado. El 80% apoya sin fisuras esta operación y la popularidad de Obama ha subido 11 puntos.
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