Agresiones a futbolistas y directivos, enfrentamientos armados y hasta una víctima mortal. Es el violento balance de las últimas jornadas del fútbol argentino, dominadas por los barrabravas, los hinchas de los equipos convertidos en auténticas fuerzas de choque responsables de una media de seis muertes al año. Víctimas como Daniel, asesinado a los 19 años cuando iba a animar a la selección argentina en 1995. Desde entonces, su madre no ha dejado de pedir justicia y denunciar la connivencia de los barras con el poder. Creados en los años 60 por los propios equipos, los barras disponen hoy de grandes cantidades de dinero producto de la reventa de entradas y gozan de impunidad. Pese a la violencia, los argentinos no están dispuestos a dejar de disfrutar del deporte nacional pero quieren hacerlo sin sobresaltos. Cerca de 200 muertos en los últimos 30 años, es el triste balance de la violencia en el fútbol argentino. Para tratar de combatirla, se ha prohibido el acceso de público visitante a los partidos, aunque muchos dudan de la efectividad de una medida que llega casi al final de la liga.
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