El difícil equilibrio en Bruselas

Los líderes europeos buscaron escenificar su unidad en la foto de familia. Pero antes y después, unos y otros se emplearon a fondo para tratar de lograr sus objetivos nacionales. David Cameron, junto a Suecia, Dinamarca y Holanda, planificaron una estrategia con dos objetivos: preservar sus cheques compensatorios y lograr el mayor recorte posible al presupuesto. En el polo opuesto, Francia, Italia y España unían fuerzas para minimizar los daños.

Alemania, partidaria de la austeridad presupuestaria, se movía en la sombra para evitar un nuevo fracaso de la Cumbre. A las seis de la mañana, tras largas e intensas negociaciones, Herman Van Rompuy presentaba su último recorte: 13.000 millones de euros que dejaban el presupuesto de gasto en 960.000 millones. Por primera vez en su historia la UE iba a aprobar un presupuesto más restrictivo que el anterior, concretamente 33.000 millones de euros menos.

Eso sí, decidía impulsar un Fondo de lucha contra el Paro Juvenil dotado con 6.000 millones, 3.000 de ellos dinero nuevo y el resto procedente del Fondo Social Europeo. Por el contrario, la Política Agraria Común pierde casi 55.000 millones y la Política Pesquera mantiene una dotación similar a la que tenía.