El nuevo iPhone de Apple salió el viernes a la venta en tiendas de todo el mundo, entre ellas de Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, Australia o Francia (a España llegará el 28 de octubre), donde miles hacían fila para conseguir el último aparato diseñado durante la vida de Steve Jobs, el fundador de la empresa. De hecho, el reciente fallecimiento del genio de Apple ha concedido al nuevo teléfono un valor sentimental añadido.
Las acciones de Apple subían un 2 por ciento al inicio de la sesión alentadas por filas que ocuparon calles de Sidney, Tokio, Londres, París y Múnich para conseguir el iPhone 4S, pese a las críticas por la falta de un diseño revolucionario y los reportes de fallas en el software.
"Soy un fanático, un gran fanático. Quiero algo con lo que pueda recordar a Steve Jobs", dijo Haruko Shiraishi, mientras esperaba pacientemente con su perro de raza Yorkshire Miu Miu al final de una fila de ocho cuadras en el distrito de compras de Ginza, en Tokio.
En Nueva York, algunos consumidores se levantaron temprano para comprar el aparato. Si bien la fila afuera de la conocida tienda de Apple en Manhattan ya no era tan larga, tras media hora de ventas, más gente se unía a los compradores en la mañana.
El nuevo modelo se ve parecido al anterior, el iPhone 4, pero tiene una cámara mejorada, un procesador más rápido y software activado por voz, que le permite a los usuarios hacer preguntas al aparato. El software atrajo críticas entusiastas.
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