¿Cómo se detectan en los laboratorios los fraudes alimentarios?

En el Centro de Investigación y Control de Calidad analizan hasta 200 tipos diferentes de productos incautados, separando los ingredientes de los productos. Los investigadores comprueban si la etiqueta que llevan los alimentos dice la verdad, o miente, antes de que acabe en nuestra mesa. Por ejemplo, el marisco es uno de los productos más susceptibles de sufrir fraudes, siendo reemplazado, en muchas ocasiones, por especies similares más baratas. Otro ejemplo es del de los quesos. Detectar el fraude en el etiquetado de uno de cabra supuestamente puro, pasa por analizar el ADN, su DNI genético. La subida de precio del aceite, en especial el virgen extra, ha hecho que se convierta también en uno de los productos fraudulentos estrella. En el 90% de los casos se trata de un tema económico, ya que hacer pasar un producto de menor calidad por otro de mayor abarata los costes. Sin embargo, los expertos aseguran que el fraude alimentario, al menos en el etiquetado, ha bajado ligeramente en los últimos años.