El prometedor futuro del ARN mensajero

La historia nos demuestra que las grandes crisis han servido para consolidar importantes avances sanitarios. La primera Guerra Mundial afianzó las transfusiones de sangre en la práctica médica civil y durante la Segunda Guerra Mundial se avanzó en la producción de antibióticos. El COVID ha servido para consolidar el empleo de ARN mensajero en vacunas como las de Pfizer o Moderna.

Estas vacunas ARN mensajero ordenan a nuestras células producir una proteína que desencadena una respuesta inmunitaria. Esto se queda memorizado. Así nuestras defensas ya están entrenadas para reconocer al virus cuando haya una infección. Una prometedora tecnología que abre un abanico de posibilidades más allá del COVID, en el tratamiento de enfermedades como el cáncer.

También se podría utilizar para producir nuevas vacunas contra enfermedades infecciosas. Durante años no se contemplaba el uso de las moléculas de ARN mensajero debido a su gran fragilidad. Hoy en día ya se ha conseguido averiguar como protegerlas para que no se degraden, lo que amplía sus posibilidades. El ARN mensajero Se ha convertido ya en un gran aliado de la medicina.