Sinopsis
El asturiano Enrique Rodríguez Cal se inició en el mundo del boxeo siguiendo los pasos de su hermano Avelino, boxeador amateur y al que le limpiaba los guantes y las botas antes de cada combate. Decidió probar este deporte y se enganchó, así que compatibilizaba su trabajo de panadero por las mañanas con las tardes de entreno.
Sus inicios en precario fueron muy similares al del resto de integrantes del equipo nacional de boxeo español en los Juegos Olímpicos de Múnich 72, al que llegaron con mucha ilusión por lograr lo inalcanzable. El seleccionador del equipo olímpico, Manuel Santacruz Socas ‘Palenque’, concentró semanas antes de los Juegos hasta a 10 jóvenes, intentando darle visos de profesionales a estos amateurs, del que salieron los 5 boxeadores que acudieron a estos Juegos que se celebraron entre el 26 de agosto y el 11 de septiembre.
Enrique Rodríguez Cal arrancó la competición enfrentándose al rumano Turei, que venía de proclamarse campeón de Europa hacía pocas semanas. Fue un combate muy igualado, en el que los jueces decidieron darle la victoria por la mínica. Su segundo combate, en la reanudación de los Juegos tras los atentados terroristas de Múnich ´72, fue contra el ‘gigante’ Davey Lee Armstrong, que le sacaba 20 cm con su 1,74m y al que venció incontestablemente.
En su lucha por las medallas, Rodríguez Cal se enfrentó al coreano U. Gil Kim, con quien mantuvo un combate tan igualado en el que la victoria se adjudicó con polémica. Dos jueces fallaron a favor de Enrique, dos se abstuvieron y uno falló a favor del coreano, por lo que según el reglamento la decisión final la tenían los dos jueces que se habían abstenido. Los dos le dieron la victoria a Gil Kim -que avanzaba ronda- y el bronce fue para Rodríguez Cal.
Esta medalla de bronce supuso dos hitos para Rodríguez: ser la primera medalla olímpica en boxeo del deporte español y ser el único español en subir al podio en Múnich.
