Sinopsis
Javier Gómez Noya sabía que la clave para la medalla estaba en esta ocasión en echar una competición casi privada con los hermanos británicos Alistair y Jonathan Brownlee.
Para conquistar la medalla que se escapó en Pekín 2008, el gallego tiró de estrategia en la competición: primero, nadar a la estela del eslovaco Richard Varga -cinco veces campeón del mundo en Acuatlón-; segundo, aguantar el ritmo de los hermanos Brownlee en el tramo de bicicleta y, por último, echar el resto en la prueba de la carrera a pie, para intentar conseguir colarse en la fiesta británica. Todo estaba saliendo como en el guion y en el tramo final de la prueba, Alistair Brownlee atacó sin opciones para Gómez Noya, finalmente se midió Jonathan Brownlee por la plata... ¡y la logró! El sinsabor de la final de Pekín, donde desfalleció en los últimos metros de la competición y se quedó a solo ocho segundos del bronce del australiano Bevan Docherty, fue olvidado con esta plata que logró frente a dos de los máximos favoritos de la prueba que, además, competían en casa.
Alistair Brownlee y Gómez Noya dejaron una imagen para la historia al finalizar la prueba. Ambos tirados en el suelo, exhaustos por el esfuerzo, se dieron la mano y el español felicita al británico por el oro, que logró en un ritmo infernal recortar en dos minutos el tiempo que hizo el campeón en Pekín 2008. Con esa plata, el triatleta pasó a la historia del deporte español consiguiendo la primera medalla para España en esta modalidad. Algo que nunca hubiera sido posible, si no le hubieran devuelto la licencia de competición que le quitaron a los 16 años por una anomalía cardiaca Tokio 2020 serán sus terceros Juegos Olímpicos, ya que no pudo participar en Río 2016 por una fractura en el radio. Fue Premio Princesa de Asturias 2016 y actualmente compite en Ironman y triatlón.
