Cuando la mascarilla no es la única barrera: así viven la Covid las personas sordas
- Candela y Marcos, dos jóvenes sordos de nacimiento, nos cuentan en primera persona su experiencia
- Ambos creen que "la pandemia ha venido a acrecentar las barreras que ya existían."
- Candela: "Las personas sordas no queremos renunciar a ser lo que queramos ser. Necesitamos soluciones y las necesitamos ya."
- Marcos: "Seguimos sin contar con interpretación y videointerpretación a la lengua de signos en ámbitos tan importantes como el sanitario."
Dentro de la semana internacional de las personas sordas, hemos contactado con Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE) que nos han presentado a Candela y a Marcos, dos jóvenes con muchas ganas de vivir la vida en igualdad de oportunidades que el resto. Ellos nos han contado cómo hacen su trabajo diario, cómo asisten a clase, cómo es su vida social y su día a día ahora que la COVID-19 se lo ha puesto aún más difícil.
Esta es una de las campañas que de forma más clara intenta mostrarnos sus dificultades. Con ella pretenden concienciar a la comunidad educativa sobre la importancia de asegurar el acceso a la educación al alumnado sordo y garantizar su autonomía. Protagonizado por seis jóvenes sordos de educación secundaria y universitaria (uno de ello es Candela Alcaraz) que narran cómo es su día a día en el aula. Desde la falta de intérpretes de lengua de signos, que cada año se repite, hasta los estereotipos a los que se enfrentan por simple hecho de ser personas sordas.
Mejor que lo cuenten ellos
Candela Alcaraz (22 años) nació sorda. Trabaja en la Federación de Personas Sordas de la Región de Murcia (Fesormu) y estudia Magisterio. Además, es vicepresidenta de la CJS-CNSE (Comisión de Juventud Sorda de la CNSE). Marcos Pérez (21 años) nació sordo y viene de familia sorda. Estudia el grado superior de integración social y ocupa el puesto de presidente en la CJS-CNSE (Comisión de Juventud Sorda de la CNSE).
¿Cómo es vuestro día a día en tiempos de coronavirus?
Ambos: Con la vuelta a la rutina, todo el mundo está afrontando situaciones que hasta ahora desconocían. En nuestro caso, como personas sordas, la vuelta al trabajo o a las clases está siendo complicada. Y no solo por las medidas sanitarias que, en muchos casos, dificultan nuestra comunicación con el entorno, sino por una falta de accesibilidad y de recursos adaptados, mayor si cabe, desde el comienzo de la actual crisis sanitaria. Sin ir más lejos, en los hospitales cuando ha acudido un paciente sordo y se le ha negado la presencia de un intérprete de lengua de signos; y en materia educativa, miles de alumnas y alumnos sordos han denunciado la falta de recursos docentes y no docentes. Como nota positiva, hemos sabido aprovechar los avances tecnológicos y su impacto en la sociedad durante estos tiempos de COVID-19, lo cual nos ha permitido estar permanentemente conectados con la juventud sorda de toda España.
Os enfrentáis a nuevas dificultades y nuevos obstáculos, ¿Cuáles son exactamente?
Marcos: Creo que a la mayoría de las personas sordas les pasa como a mí: vemos las mismas barreras de siempre. La pandemia ha puesto el foco en las mascarillas y en la consiguiente ansiedad que producen a las personas sordas a la hora de comunicarse e interactuar con el entorno. Pero lamentablemente, no es la única dificultad a la que tenemos que enfrentarnos. En el ámbito educativo necesitamos contar con todos los recursos destinados a garantizar nuestra igualdad de oportunidades. Tan importantes como favorecer el correcto acceso en lengua de signos a la información y a la comunicación, la presencia permanente desde inicios del curso escolar de profesionales sordos y de intérpretes de lengua de signos, así como la dotación de todas aquellas ayudas técnicas que propicien la plena accesibilidad.
Candela: Las personas sordas carecemos de entornos accesibles e inclusivos en los que la presencia de la lengua de signos, de información visual, y de subtitulado sea una práctica generalizada. Y la pandemia ha venido a acrecentar las barreras que ya existían. La oferta de ocio accesible es muy escasa, los servicios públicos adolecen de intérpretes de lengua de signos, a los estudiantes sordos nos inquieta la vuelta a las aulas…Un sinfín de situaciones injustas, discriminatorias que vulneran nuestros derechos. Todo ello afecta a nuestra libertad para elegir, básicamente porque no hay donde elegir. Las personas sordas no queremos renunciar a ser lo que queramos ser. Necesitamos soluciones y las necesitamos ya.
¿Qué supone el hecho de que ahora todos llevemos mascarillas para casi todo?
Candela: No solo me ha afectado. Me ha impactado. ¡Aún sigo sin creerme que llevemos mascarillas! Llevo un implante y un audífono, utilizo la lengua de signos, y además me apoyo en la lectura labial. Y por lo general, eso me basta para comunicarme. Sin embargo, ahora no es suficiente. El uso de mascarillas opacas dificulta la comunicación con una persona oyente. Escucho palabras sueltas o intuyo que me están hablando, pero no distingo lo que me dicen. Además, como me ven hablar, automáticamente me responden hablando, por mucho que repita que soy una persona sorda y que con la mascarilla no logro entenderles bien. Este tipo de situaciones me molestan mucho. Así que he optado por recurrir al móvil para interactuar con otras personas.
Marcos: En mi caso, no me ha afectado demasiado. Suelo utilizar otros recursos para comunicarme con las personas que no saben lengua de signos como puede ser un intérprete de lengua de signos, y en caso de no haber intérprete, escribo en un papel lo que quiero decir y mi interlocutor hace lo mismo. Sea como sea, la mascarilla es una barrera más. Al tapar la cara, no nos permite ver la expresión facial y nos perdemos mucha información. Pero insisto en que es una barrera más, no la única. El problema principal sigue estando ahí, y no es otro que la falta de accesibilidad.
En la universidad o en el trabajo, ¿cuáles son las nuevas dificultades?, ¿Y la vida social?
Candela: Trabajo en Fesormu, una entidad de personas sordas donde nos comunicamos principalmente en lengua de signos, y donde afortunadamente no me encuentro barreras. Otras personas sordas no tienen la misma suerte. Conozco casos de varias personas sordas que cuando han ido a una entrevista de trabajo, se les ha excluido por el hecho de serlo. Como no conseguían entender bien al entrevistador porque llevaba mascarilla, ha pesado más este aspecto que su capacitación para el puesto.
En cuanto a mis estudios, cuento con intérpretes de lengua de signos en clase y me va muy bien. Además, el departamento de discapacidad de mi Universidad se ha ofrecido a comprar mascarillas transparentes para intérpretes y profesorado. El problema es que aún no hay mascarillas de este tipo homologadas por el Ministerio de Sanidad. Quizá donde sí que encuentro más dificultad, es a la hora de hacer trabajos con mis compañeros en horas no lectivas. Mi vida social sigue siendo como antes, pero atendiendo a las medidas sanitarias que tenemos que cumplir. Por lo demás, todo sigue igual, o incluso mejor, ya que el no salir del país y viajar menos, ha contribuido a frecuentar más a menudo a aquellas personas más cercanas a nosotros, y a valorarlo más.
Marcos: Una de las cosas que más nos preocupan a los jóvenes sordos es no contar con una igualdad de oportunidades real en nuestro acceso a la educación. La presencia de la lengua de signos en los centros educativos es una necesidad, no un capricho. Creo que el Estado debe regular las condiciones para garantizarlo. Algo parecido sucede en el ámbito laboral. La juventud sorda es uno de los colectivos más castigados por el desempleo. Por eso reclamamos un compromiso con nuestra inserción e inclusión laboral.
¿Nos podéis poner algún ejemplo que os hayáis encontrado a la hora de hacer algún trámite?
Ambos: Si por ejemplo una persona sorda va a un centro de salud o a un hospital, lo normal es que quiera entender a su médico. Si quiere estudiar inglés, debería poder contar con intérprete en clase. Si quiere acceder a alguna ayuda o prestación, ¿cómo va a hacerlo si la única vía es la telefónica?
Seguimos sin contar con interpretación y videointerpretación a la lengua de signos en ámbitos tan importantes como el sanitario. Seguimos dependiendo de la buena voluntad. Una situación que se recrudece para las personas sordas que no viven en grandes ciudades, que son donde se concentran la mayoría de los recursos. Existen soluciones globales que garantizan nuestro acceso a la información y a la comunicación, y deben contemplarse de una vez en las políticas públicas.
No todo va a ser negativo, ¿ha habido avances en los últimos años que os hagan la vida más fácil?
Candela: Cierto, no todo es negativo. Ha habido cosas buenas. Como parte de la red asociativa de la CNSE que somos, nos sentimos orgullos de la labor que tanto la Confederación, como las federaciones y asociaciones, y la propia comisión de Juventud sorda, estamos realizando por y para las personas sordas antes y durante la pandemia. Si durante estos meses las personas sordas hemos tenido servicios e información accesibles, ha sido gracias a nuestro compromiso asociativo.
Marcos: Como bien dice Candela, hemos acompañado a las personas sordas en su día a día. Hemos hecho todo lo posible y lo imposible para sensibilizar a la sociedad sobre cuáles son nuestras necesidades, y sobre lo importante que es para nosotros la lengua de signos. Se asignan algunos recursos pero son insuficientes. Queremos una aplicación real de nuestros derechos. Porque los derechos incumplidos, no son derechos.