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¿Por qué las pastillas verdes que toma Beth, de la serie Gambito de Dama, son tan adictivas?

  • ¿Qué son exactamente las pastillas que se toma Beth Harmon?
  • Gambito de Dama nos muestra lo fácil que es engancharse a los psicofármacos
  • Hablamos con Guillermo, de @farmaciaenfurecida, sobre las causas y consecuencias de esta adicción
  • "Lo que queremos es una pastillita que nos quite todos los males"

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Gambito de dama
Gambito de dama

¿Qué son exactamente las pastillas verdes a las que es adicta Beth Harmon, la prota de Gambito de Dama? Tienen nombre propio, se trata de las benzodiazepinas, medicamentos psicotrópicos ampliamente utilizados para tratar la ansiedad, insomnio, depresión y otros trastornos mentales. Además de ser las causantes de las alucinaciones que tiene Beth con el tablero de ajedrez, son unas pastillas cuyo uso está bastante extendido en la actualidad, tanto a nivel recreativo como médico.

En la ficción reciben el nombre de Xanzolam, pero en realidad son derivados de los fármacos antidepresivos y ansiolíticos más populares de esa época. Hoy son conocidos con nombres comerciales que seguramente habrás visto en alguna mesita de noche o en la caja de pastillas de algún familiar.

Eran algo muy común en los años 60. “La historia de amor a nivel mundial con las benzodiacepinas -un tipo de tranquilizante que incluye nombres tan conocidos como: Orfidal, Valium, Diazepan, Lorazepan y el Librium- comenzó realmente en la década siguiente, en los 60. En 1965 habían sido inmortalizados en la cultura popular como "Mother’s little helper" en una letra escrita por Mick Jagger y Keith Richards: una panacea para cualquier neurosis o preocupación. Y, sí, una vez fueron repartidos como si fueran caramelos por doctores encantados de tener una solución rápida para los problemas de los pacientes”, explicaba un artículo de The Telegraph publicado hace no mucho.

De "curar" la histeria a tomarlo para salir de fiesta

Debido a que se consideraban sustancias efectivas y seguras, cada vez más doctores las recetaban a sus pacientes. Es así es como, a mediados de los 60, el diazepam se convirtió en el fármaco prescrito más vendido en la historia. También se llegaron a recetar como un medicamento capaz de arreglar la “histeria” de las mujeres. Sin embargo, hasta los 80 los científicos no identificaron o no se manifestaron acerca de lo altamente adictivas que eran.

La protagonista de la miniserie más vista de Netflix este 2020 se cría en un orfanato donde le suministran varias pastillas, entre ellas, una pastilla verde que le provoca un estado de relajación y somnolencia a la que se vuelve adicta. Esta droga también se muestra como la responsable de que Beth se imagine jugadas de ajedrez en el techo de su habitación compartida. El abuso de estas píldoras continua hasta que es adulta, cuando amplía sus adicciones hacia el alcohol y otras drogas. Este coctel de sustancias no le sienta demasiado bien a Harmon que confiesa ser dependiente de ello para calmar sus traumas y la presión que sobre ella ejerce la competición. Se convierte en un desinhibidor de sus dolorosos recuerdos del pasado, su sensación de abandono y sus demonios, que la ayudan a centrarse en ganar a sus oponentes sobre el tablero.

Con el tiempo, las benzodiazepinas se han vuelto populares, no solo como medicamentos para tratar afecciones de la salud, sino también como drogas recreativas utilizadas para brindar una experiencia eufórica de “estar puesto”, explica el Centro Americano para las Adicciones. Al final, se trata de algo de fácil alcance, y sobre todo, rápido. Las benzodiacepinas aíslan de las emociones y ayudan a seguir.

España, el país de la Unión Europea que más ansiolíticos, sedantes e hipnóticos consume

El Observatorio Europeo de las Drogas considera que se trata de una tendencia preocupante. “El uso de productos farmacéuticos con fines no médicos –sin receta o recomendación médica- es considerado a nivel mundial como un problema emergente importante que debe ser monitoreado”, advierte el análisis.

Según el documento, el 9,2% de los estudiantes europeos afirman haberlos utilizado, con una prevalencia del 4,6% en España. Además, el 6,6% de los jóvenes –más chicas que chicos- han utilizado tranquilizantes o sedantes (4% en España), el 4% (1,1% en España) ha echado mano de analgésicos para “colocarse”. Entre los motivos, se apuntan a una variedad de razones: desde inducir euforia, hasta mejorar los efectos del alcohol y otras drogas, automedicarse enfermedades ante una lesión, mitigar los síntomas de la abstinencia del alcohol y otras drogas y mejorar el rendimiento escolar.

Lo que a lo mejor no saben la mayoría de estos jóvenes es que el abuso de estas sustancias está ligado al desarrollo de distintos trastornos mentales. Y es que son muchos los factores de riesgo que aumentan la prevalencia de las enfermedades mentales, especialmente en la infancia y en la adolescencia. Por ejemplo: los desórdenes familiares, como las separaciones de los padres o el abandono, los abusos físicos y sexuales, el consumo de sustancias nocivas, el estrés… Hablamos de todo ello con Guillermo Martín, en redes @farmaciaenfurecida, farmacéutico, tuitero, y como él dice, "bloguera de batas".

El uso de psicofármacos parece una cosa muy americana, ¿pero también tenemos un problema aquí?

Si en España existe este problema, pero también porque somos muy de automedicarnos. Entonces cuando nos vemos un poco agobiados, o no dormimos, le cogemos las pastillas a la abuela, al padre o a la madre. Tiramos del botecito en cuanto podemos. Hay un problema con ello y también hay un problema de ansiedad entre los jóvenes que se está diagnosticando mucho ahora con el Coronavirus.

Junto a Portugal somos el país de la Unión Europea que más ansiolíticos, sedantes e hipnóticos consume. ¿Debería preocuparnos?

Debería preocuparnos, no solo que consumamos benzodiazepinas, sino por qué consumimos tantas y por qué se diagnostican tantos casos de ansiedad. En parte, lo achaco a que tenemos uno de los precios más bajos de Europa y entonces nos da la sensación de que es una cosa inocua, cuando realmente no lo es. Es algo que crea tolerancias y adicciones. Los ansiolíticos, por ejemplo, se pagan a menos de un euro la caja y esto da una sensación como que son caramelos. Como valen poco, ¿qué daño va a hacer esto? Y luego, a la hora de acceder a ello, puede ser desde un familiar cercano hasta que te lo prescriba el médico.

Los jóvenes lideran el consumo de tranquilizantes, ¿a qué se debe esta tendencia?

Farmacia Enfurecida
Farmacia Enfurecida

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No estoy seguro de que lo lidere la gente joven, la verdad. Porque las personas mayores están prácticamente toda el día colocadas a benzodiazepinas. Lo que si está aumentando también son los antidepresivos entre la gente joven, sobre todo en chicas. No se sabe muy bien el porqué, pero cada vez hay más.

El Observatorio Europeo considera que el uso de productos farmaceúticos con fines no médicos es preocupante, ¿existe realmente una moda de consumo entre los más jóvenes?

Sí existe. A día de hoy ciertos medicamentos, como el Rivotril o la Codeína, están utilizándose con fines “festivos” mezclándolos con alcohol para potenciar así el efecto sedante o hipnótico.

"Las toman para modular el subidón, cuando quieren dormir y bajar el efecto de drogas excitantes", ¿conoces algún caso cercano que cumpla este patrón?

Conozco bastante gente que lo toma tanto para irse de fiesta como para luego bajar la ansiedad. Primero lo usan para excitarse y luego para relajarse, pero no está nada recomendado porque puede desencadenar en un trastorno bipolar.

¿La pandemia ha agravado el consumo?

Sí, claro que lo ha agravado muchísimo. Ahora mismo hay mucha más facilidad para conseguir estos medicamentos de forma legal y sumado a la situación en la que estamos: con familiares en situaciones graves, estrés, mucho trabajo y preocupaciones más graves que han aumentado muchísimo su consumo.

¿De dónde viene esta temprana adicción a las benzodiazepinas? Es decir, ¿en qué casos se empieza a recetar?

Suelen darse a pacientes con trastornos psicológicos paralelos. Por ejemplo, una persona que tiene depresión y que por ello no duerme, se le recetan ansiolíticos. Como cada vez hay más casos diagnosticados de depresión en edades muy cortas, sobre todo en adolescentes, pues ahí empieza el tonteo con los antidepresivos y los ansiolíticos. Luego hay bastante gente a la que le cuesta mucho soltarlos.

Son sustancias que relajan en un primer momento y que se supone te evaden la realidad, ¿pero qué efectos tienen a largo plazo?

No es que te evadan de la realidad como tal, hacen que te relajes y que te preocupe un poco menos la realidad. No es que tenga efectos a largo plazo, sino que si tú te tomas esas pastillas para coger sueño, por ejemplo, luego llega un punto que sin ellas no duermes, o que si las dejas, tienes síndrome de abstinencia. Lo peor que te puede pasar a la larga es que se cree una dependencia y luego aparte una adicción. Hay muchas más personas adictas de las que parece.

¿La posible solución pasa por más salud mental?

Por supuesto. El problema principal de hoy en día es que queremos soluciones rapidísimas. Si estamos deprimidos, queremos pastillas para dejarlo de estar enseguida. Si no dormimos, queremos pastillas para dormir cuanto antes. En vez de indagar o analizar desde la psicología: ¿por qué no dormimos, por qué tenemos ansiedad o por qué estamos deprimidos? Lo que queremos es una pastillita que nos quite todos los males. La solución pasaría por quitar los tabús sobre la salud mental, buscar ayuda cuando tengas un problema y no solo recurrir a la medicación, aunque sea la solución más rápida. La medicación en estos casos debería ser algo pasajero.

¿Médicos, prospecto o la industria advierten sobre este peligro?

En el prospecto pone que efectivamente tienen una serie de complicaciones. Además, estos medicamentos necesitan no solo la receta normal, sino que nos hacen llevar un control adicional en la farmacia. Por parte de Sanidad nos hacen llevar un registro precisamente para que no las demos sin receta, esté mucho más controlado y no haya estos problemas de adicciones. Luego otra cosa son los antidepresivos. Ellos mismos tardan en hacer efecto más de 15 días. Cuando hablo de un problema pasajero, me refiero a que se pueden tomar durante un tiempo, por ejemplo cuando te han echado del trabajo o se te ha muerto un familiar. Tomarlos x tiempo y luego dejarlos. Lo que no puedes estar es toda la vida dependiendo de esa medicación.