Enlaces accesibilidad
GEN Z TOPICS

Nadie ha cumplido lo que se había propuesto para 2020 y no pasa nada

  • Gen Z Topic: Artículos escritos por los jóvenes de nuestra generación
  • Eva Sebastián: "El 2020 ha sido un año de mierda. Y lo peor de todo es que hemos llegado a este punto con un desapego de la realidad inimaginable"

Por
Nadie ha cumplido lo que se había propuesto para 2020 y no pasa nada
Nadie ha cumplido lo que se había propuesto para 2020 y no pasa nada

Hace un año, te sentaste en el borde de la cama y miraste fijamente al infinito. Tenías resaca, seguramente por culpa de la cena de navidad de una empresa que probablemente ya te ha despedido o puesto en ERTE. Sacaste el móvil, ignoraste un mensaje de las cinco pasadas de un tipo al que conociste la noche anterior y abriste la app de notas. Sin dejarte tumbar por el tembleque, tecleaste "Propósitos 2020: 1. Dejar de beber tanto 2. No abrir dm cuando voy borracha a tíos que he conocido en antros". Bloqueaste el móvil y se podría decir que así empezó, más o menos, tu conocido y sobrevalorado balance del año.

Qué recuerdos, ¿verdad? Todo era pensar en lo que cumpliste, lo que no, la cuota del gym que pagaste para nada, las cosas buenas que te vinieron por sorpresa, y tantas otras reguleras que acabaste por sortear. Bien, se podría decir que si tu memoria no te falla, y los likes de insta son fiables, tuviste un buen año. Con sus más y sus menos, pero al final, aprobado, que es lo importante. Luego, ahí, con toda tu ilusión y optimismo, empezaste la lista de propósitos. No la llegaste a escribir entera, pero ya me entiendes. Hablar más con tus padres, dejar de beber entre semana, hacer deporte, aprender a ahorrar, a cocinar, a hacer una factura, dejar de fumar, encontrar un trabajo que no te explote y donde te valoren, viajar al sudeste asiático, ser mejor persona, enamorarte, adoptar un gato, leer 30 libros, ir a conciertos, ver más a los amigos, cuidarte. Lo típico. El 2020 iba a ser TU año.

En marzo nos dieron un puñetazo en la cara y aún seguimos aturdido

Pero llegados a este punto, ¿a quién queremos engañar? Mira, lo digo yo, porque lo pensamos todos: ha sido un año de mierda. Ni todo irá bien, ni pancartas con arcoíris. Se podría decir que, si este año fuera examen, sería mejor dejarlo como no presentado. Pero lo peor de todo es que hemos llegado a este punto con un desapego de la realidad inimaginable. Nada de lo que nos habíamos propuesto se ha cumplido, pero nos da un poco igual. No pasa nada. Nuestras prioridades se han visto tan alteradas en los últimos meses que, a veces, me da la sensación que en marzo nos dieron un puñetazo en la cara y aún seguimos aturdidos.

Cuando enero duró como dos años y luego febrero pasó volando y Bad Bunny sacó YHLQMDLG, todo era euforia y esperanza. ¡Éramos jóvenes! Hablábamos de precariedad, pero teníamos planes, metas. ¡Claro que sí, joder! Estábamos adentrándonos en nuestros locos años 20. Pero entonces, *voz de narrador omnipresente*, el coronavirus atacó. Admitamos que, al principio, cuando Pedro Sánchez nos agarró del cuello y con esos intensos ojos marrón oscuro nos dijo "a vuestra puta casa", tuvo su qué. Nuestras dos semanas de descanso y relajación. No está mal. Tiempo muerto en la rueda capitalista. Ahí aún manteníamos la moral alta. Mirábamos el calendario y decíamos "bueno, 15-20 días y luego me da tiempo para ir a tal y viajar a cuál y verme con este bootycall y luego el otro, y perfecto para llegar a Semana Santa".

Pero el tema empezó a ir regular, Patry Jordan se hizo de oro, y todos aprendimos a ser reposteros.

No vamos a sacar algo maravilloso y revelador de todo esto

Las tuercas empezaron a apretar. Llegaron los despidos, los ERTES, la total incertidumbre de si podrías llegar a final de mes y preguntarte por qué coño habías decidido vivir en una ciudad donde tu habitación no era mucho más grande que tu cuarto de baño. ¿Qué podíamos hacer? Seguimos. Si no íbamos a cumplir nuestros objetivos, buscaríamos otros. Así que venga otra vez con las listas. Películas, libros, rutinas, recetas, videollamadas, disco... La verdad es que no entiendo la sobreproductividad de algunos. Era como vivir en unos campamentos de verano versión online. Demencial. Pero, el hecho de que todo pareciera tan irreal -calles en silencio, quedaditas en el super, y no sacarse el pijama en una semana-, te permitía decirte eso de que, cuando saliéramos, ya se vería. Y salimos. Madre mía si salimos. Que se lo pregunten al publicista estrella de Madrid. Pero nadie vio nada claro. Nos forzamos a disfrutar como los que más, a pasárnoslo bien, a aprovechar el tiempo. Y de mientras, todo colapsaba.

No es por ser derrotista, pero hay que saber decir basta. Lo intentamos. Pero no vamos a sacar algo maravilloso y revelador de todo esto. Y está bien. No le debemos nada a nadie. Ni tan siquiera a Mr. Wonderful o a los gifs de tu tía con animaciones de ositos y purpurina que dicen que va a ser un buen día. Seguramente no lo vaya a ser. Ahora toca aguantar, ayudarnos, y quejarnos. Hay que quejarse más, porque queda claro que el sistema falla. Pero eso ya es otro tema.

Todo ha sido épico y, al mismo tiempo, absurdamente insignificante

Yo personalmente no conozco el baremo pandémico. Es verdad que hemos experimentado destellitos de auténtica felicidad. Tengo pruebas y pocas dudas. Y aunque el tema está lúgubre, seguimos viviendo en el primer mundo. Pero está siendo complicado de llevar. Y el efecto olla a presión no ayuda. Todo ha sido épico y, al mismo tiempo, absurdamente insignificante. ¿El momento más trascendental de mi paso por la Tierra? Quedarme encerrado en casa durante casi tres meses, mientras hacía maratones de Netflix en pijama, para que una fuerza desconocida, invisible ante los ojos humanos, no me matara a mí y a toda mi familia. La trama es de Shyamalan y los discursos del gobierno de Nolan. Toca relativizar o volverse loco, que cada vez que nos adaptamos a la nueva situación, si es que lo logramos, vuelve a cambiar. Una hostia tras otra. Como cuando te metes en el mar y te pilla una corriente de olas que no te deja levantar cabeza. Igual, pero con las cosas supuestas importantes. Es mejor no tomárselo demasiado a pecho. Nada de planes a medio-largo plazo y dejarse llevar.

Así que no, no he cumplido ninguno de mis objetivos para este año. Seguramente tú tampoco. Beber menos no cuenta, porque nos han obligado a abandonar los bares.

Pero de verdad, ¿de qué sirve sentirnos culpables? ¿No hemos mejorado como personas? ¿Nuestro capital social sigue sin ser brillante? Què hi farem! Solo hacíamos estas listas absurdas para sentir que lo teníamos todo bajo control. Y ahora es evidente que el asunto se nos ha escapado de las manos. Siguiendo los consejos de Antón Alvarez, a estas alturas pa’ que voy a preocuparme. Seamos amables con nosotros mismos. Seamos amables incluso con la gente que se ha crispado o se ha ido de viaje siete veces mientras hablaba de cuidados. Podemos hacer una cosa, un acto colectivo, como todos ya vamos asumiendo que el 1 de enero no va a cambiar absolutamente nada, yo propongo que hagamos como si nada. Nos lo tomamos como una prórroga. 2020 extended edition. Seguimos en pijama y esperamos. Y cuando se dé el caso, si queréis, salimos y lo quemamos todo. Pero si a alguien le sigue importando, no os olvidéis de la hidratación y abrazar mucho a los vuestros en las nuevas listas.

El año que viene ya veremos hasta dónde llegamos.

*****

Eva Sebastián (Barcelona, 1995) es graduada en Comunicación Audiovisual y redactora del programa NEXES de Tv3. Trabajó como realizadora y redactora para VICE España y ahora colabora en medios digitales como Código Nuevo o Rockdelux.