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Así es la generación ZG: jóvenes gitanos que reivindican la igualdad de oportunidades laborales y el fin del racismo

  • Hablamos con Saúl, Nazaret, José, Adolfo y Sara, miembros de la Fundación Secretariado Gitano
  • Me he comprado una cas ay la gente cree que es por la venta de droga"
  • "Es importante darse cuenta de la desigualdad de la que partimos"
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Generación ZG: los jóvenes gitanos reivindican la igualdad de oportunidades

Seguro que alguna vez has escuchado el refrán "pan para hoy, hambre para mañana" como sinónimo de tapar un problema poniéndole un parche. Y precisamente, ese juego de palabras es el que ha dado lugar a #PanParaMañana, una campaña promovida por la Fundación Secretariado Gitano para concienciar a la población sobre la necesidad de conseguir la igualdad de oportunidades para los jóvenes gitanos y gitanas. Porque seguro que no te habías dado cuenta de que, según la RAE, una de las acepciones de gitano es "trapacero". O lo que es lo mismo: "Que con astucias, falsedades y mentiras procura engañar a alguien en un asunto". ¿Hasta cuándo se va a seguir denigrando a la comunidad gitana?

La generación ZG, como ya se consideran a sí mismos, sufre una tasa de paro del 52%, tres veces más que el conjunto de la población española. Dentro de ese porcentaje, más de la mitad son jóvenes entre 16 y 29 años que ni estudian ni trabajan. Y aunque cada vez son más las personas gitanas que continúan con la enseñanza tras salir del instituto, aún hay quienes se olvidan de los estereotipos y discriminación a la que tienen que enfrentarse. La desprotección y vulnerabilidad con la que cuentan son solo algunos de los múltiples factores que les llevan a alcanzar cifras tan alarmantes como la que indica que el 66% de los menores de 30 años sufren pobreza y exclusión en los ámbitos laborales y académicos.

Según el último estudio realizado sobre la comunidad gitana (más de 750.000 personas en España), aún son muchas las barreras que deben derribarse para ejercer su derecho a un empleo digno. Los últimos datos indican que solo el 17% de las personas gitanas adultas cuentan con estudios de Secundaria Obligatoria. El porcentaje de ninis (ni estudian ni trabajan) llega al 63% entre los jóvenes del colectivo frente al 15% de la media nacional. Unos datos que evidencian una situación de desigualdad agravada por el estallido de la pandemia.

Vulnerabilidad y desprotección, las claves de la campaña

"Mi generación es esa que no quiere seguir chocando una y mil veces con una puerta cerrada. Es esa que camina siempre cuesta arriba. A cada paso una crisis o una zancadilla. Que se prepara, se esfuerza, se cae y se levanta. Orgullosa de sus valores, su gente y su origen pero que busca su sitio y su propio destino. Con la igualdad por delante no voy a gritar, pero tampoco a callarme. Que quiere trabajar. Porque el futuro asoma y se nos echa encima. No queremos solo pan para hoy, queremos pan para mañana". Así reza el spot protagonizado por los propios miembros de la Fundación y con el que quieren lanzar al mundo toda una declaración de intenciones: "No me des peces, enséñame a pescar".

La cultura, sus costumbres, su idiosincrasia o su manera de relacionarse. Estos son algunos de los factores con los que José, Nazaret, Saúl, Adolfo y Sara quieren reivindicar su posición a través de sus historias. En Playz hablamos con ellos para conocer su pasado, su presente y, sobre todo, para saber cuál es el futuro que le espera a una generación que no solo quiere pan para hoy, sino pan para mañana. Aquí va un fragmento de sus vidas contado en primera persona.

Nazaret, 22 años: "Creen que lo que tenemos es porque somos traficantes"

"Soy Nazaret y llevo viviendo en Madrid desde siempre. Desde que soy pequeña, mi padre me llevaba a la Fundación a hacer los deberes con mi hermano. Después, cuando fui más mayor, dejé de estudiar porque pensaba que iba a trabajar en cualquier parte. Desde el Secretariado estuve haciendo un curso sobre programación informática y fue cuando descubrí que me gustaba muchísimo la programación y que, además, se me daba bastante bien".

Nazaret:

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"A día de hoy sigue habiendo muchos estereotipos. Es súper complicado, pero tenemos que trabajar en la educación con los niños. Nosotros tenemos que luchar, pero siempre empezando desde la base. Si la pregunta es si he sufrido estereotipos, la respuesta es sí, y no solo por ser gitana, también por ser mujer. En el mundo de la informática hay muchos hombres y se creen que las mujeres solo pueden estar en recursos humanos o en otros departamentos".

"Hace poco, estaba en una reunión de trabajo y una persona soltó que no quería asignarle incidencias a un compañero alegando que era "un puto gitano" como sinónimo de que no iba a trabajar. Yo ante eso no supe reaccionar. Ahora mismo, que seguimos teletrabajando, el equipo me conoce pero no me ha visto. No llegan a imaginarse que soy gitana".

"En el colegio recuerdo que una vez llegué y me dijeron: "tú te sientas atrás". Yo no quería, pero me obligaron. Aunque quisieras estudiar no te lo iban a poner fácil, pero al final eres un niño y no entiendes por qué te están tratando así. De hecho, soy mayor y aún sigo sin entenderlo. En ocasiones se lo decía a mis padres, otras veces no... Pero la mayoría de veces te lo callas y entiendes que te están juzgando pero no por ser gitano, sino por algo que nunca llegas a comprender".

"Me he comprado una casa y la gente cree que es gracias a la venta de droga"

"Hoy en día vas a un supermercado y te persiguen. Siguen creyendo que vamos a robar, y me parece súper ignorante. El hecho de que nos sigan, que se crean que no vamos a estudiar, que no somos inteligentes, o que si tenemos dinero y llevamos unas zapatillas de marca es porque somos traficantes, no lleva a ninguna parte. Yo ahora mismo me he comprado una casa y la gente desde fuera se cree que es gracias a la venta de droga".

""No me des peces, enséñame a pescar" es uno de los lemas de la campaña de la Fundación Secretariado Gitano. Quiero recalcar que no solo es eso, sino que también pedimos que no nos prohiban pescar. Muchas veces nos impiden la enseñanza y el aprendizaje. Por eso nos juzgan y nos ponen esas etiquetas. Creo que siempre van a hacer falta programas de becas. Nunca se podrá cubrir todo de golpe, pero poco a poco creo que las instituciones deberían implicarse más".

"Dentro de 10 años me sigo viendo como programadora, pero con más conocimientos. Creo que vamos pasito a pasito pero fuertes. He dicho muchas veces que ahora está cambiando algo. En las redes sociales se está creando una creencia a ser mejor, a superarse y a que a ser gitano es algo guay, que mola".

Saúl, 27 años: "Aún hay quien piensa que los gitanos no queremos trabajar"

"Soy Saúl y hace cuatro meses me trasladé a Madrid por una oferta de trabajo. Ahora soy técnico de empleo en la Fundación Secretariado Gitano. Me ocupo de coordinar programas para la mejora de la empleabilidad de la comunidad gitana a nivel estatal y dando soporte a todas las oficinas que tenemos repartidas por España".

Saúl:

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"La discriminación que sufrieron generaciones como las de mis padres yo no la he padecido. Sin embargo, hemos vivido situaciones complicadas, como falta de oportunidades y de recursos. Eso sí que ha sido un hándicap importante. Yo por suerte decidí estudiar y tuve el apoyo de mi familia. En un primer momento quise dedicarme a la educación. A partir de ahí fue cuando la Fundación me propuso poder trabajar en el ámbito de empleo y a día de hoy sigo formándome en la UNED".

"Sigue existiendo el prejuicio de que tenemos que llamar más la atención"

"Algunos cuando saben que eres gitano, te preguntan con mucha curiosidad. Recuerdo que durante el primer día de universidad nos unimos todas las especialidades. En ese momento, el que estaba delante de mí dijo algo así como “más de 200 alumnos y ni un puñetero gitano en toda la facultad”. La mayoría de la sociedad piensa que si una persona es gitana tiene que diferenciarse a la perfección por sus rasgos étnicos. Me sorprende cuando hablo con compañeros y me dicen: “es que no pareces gitano”. Y es que yo no tengo que parecer nada. Al final somos personas igual que las demás, pero sigue existiendo el prejuicio de que tenemos que llevar más adornos o llamar más la atención".

"Cuando tenía 15 años y pensaba en la universidad, consideraba que era imposible para mí porque no conocía a ningún otro gitano o gitana que lo hubiera conseguido. No fue hasta que estuve en contacto con la Fundación cuando dije vale, esto también es posible para nosotros. Pero si no tenemos esos referentes, es muy complicado tomar esa decisión de forma aislada, y más cuando eres joven y vulnerable ante los estereotipos".

"Sigue habiendo prejuicios como frases del tipo “es que los gitanos no queréis trabajar”. Y lo que necesitamos son oportunidades. Al final, el esfuerzo que tenemos que hacer para llegar a donde está el resto de la población es muy grande porque nuestros puntos de partida son completamente diferentes. No tenemos las mismas oportunidades ni el mismo ambiente que nos incita a consumir cultura. La comunidad gitana, y especialmente las generaciones más jóvenes, tenemos muchas ganas de revertir la situación y estamos más que dispuestos a estudiar y trabajar, pero lo que necesitamos son oportunidades".

"La generación ZG tiene muchísimas ganas de seguir formándose"

"Es fundamental que se mantengan, y a ser posible que se aumenten, las ayudas económicas y la inversión pública en educación. Sin beca, la mayoría de la comunidad gitana no podría llegar a estudiar un grado superior. Eso es un hándicap importante. Yo estoy muy agradecido porque pude optar a ellas, pero conozco a personas que han tenido que interrumpir sus estudios por no tenerlas. Es imprescindible la inversión y las medidas de activación porque es importante que estudiemos, pero también ayudar a todos aquellos que quieran mejorar su empleabilidad. Ahí es donde entran en juego estas ayudas y donde siguen siendo insuficientes".

"Si echo la vista atrás y valoro cómo era la comunidad en los 2000, prácticamente no había gitanos universitarios ni un porcentaje considerable de trabajadores por cuenta ajena. Sí que creo que en los próximos años, las cifras de pobreza van a disminuir. Un porcentaje que a día de hoy es del 46% de gitanos y gitanas en riesgo de pobreza extrema. Esto es muy grave, porque quiere decir que viven con menos de 300 euros al mes. Está claro que dentro de una década, la nueva generación Z seguirá con muchísimas ganas y más formación. Esa es la clave para conseguir un trabajo digno".

José, 28 años: "En mi barrio nos llamaban los tres vagabundos"

"Soy José y vengo de Almería capital. Me crié en un barrio donde mi familia era la que menos tenía de la zona y los únicos gitanos éramos nosotros. Eso fue algo que lo fui notando en todos los ámbitos: en el colegio, con mis amigos, con la gente que me rodeaba... Salía a la calle y me daba cuenta de que mi entorno tenía más oportunidades y más recursos que yo".

José:

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"En mi familia nunca hemos tenido mucho dinero, así que el simple hecho de llevar un desayuno al colegio ya nos suponía un gran esfuerzo. En esa época no existían las becas de los libros, así que veías como pasaban los trimestres y la gente tenía su material, pero tú no. Te tenías que apañar como fuera con lo que tenían tus compañeros -si es que querían que estuvieras cerca-. Mi hermano y yo en ese barrio, sobre todo al principio, sufrimos mucha discriminación. Nos llamaban "los tres vagabundos" y no porque fuéramos mal vestidos o no fuéramos higiénicos. Era simplemente porque éramos los tres gitanos".

"Me hicieron creer que era menos que los demás"

"Realmente, me he salvado de poder relacionarme con la gente como lo hago gracias al teatro. La discriminación que sufrí me causó un problema de inseguridad muy grande. Me costaba mucho hablar con las personas de mi clase y era por eso: me habían hecho creer toda la vida que era menos que los demás. Tuve la suerte de tener profesores muy buenos que siempre confiaron en mí, pero es cierto que a nivel de la relación que hay entre iguales, yo nunca he estado a la altura del resto de niños".

"Creo que la gente tiene muy interiorizado que como eres gitano puedes decirnos lo que quieras porque lo tenemos que aceptar, y punto. Así que creo que nunca me llegué a parar y pensar: "Oye, yo no merezco esto". En mi clase había gente que no me quería cerca. Una vez, uno de mis compañeros con los que tenía trato directo me dijo que me tenía que ir antes de que llegaran sus padres a casa porque pensaban que los gitanos éramos lo peor que había en el mundo. Yo en ese momento pensaba: "¿pero por qué? Si no he hecho nada malo". Pero nunca llegué a pensar en que eso se podía combatir. Aún no tenía ese nivel de madurez y simplemente aceptaba lo que me había tocado vivir. Me costó mucho interiorizar que si alguien me rechazaba, la culpa es de ese alguien. Nunca me voy a avergonzar de lo que soy, pero fue una conclusión que me llevó muchos años llegar a ella".

"Con 16 años empecé a hacer activismo y marcó la forma en la que yo me enfrentaba a esto. Hace unos años no estaba empoderado. Ahí fue cuando me desperté, me levanté y decidí demostrar que los estereotipos no existen. No voy a repetirlos o justificarlos, simplemente creo que cada persona tiene que entender que los gitanos somos un grupo heterogéneo. Cualquier estereotipo que haya no es real. Aunque hay unas pautas culturales, hay un grupo muy distinto entre sí".

"Es necesario darse cuenta de la desigualdad desde la que partimos"

"A día de hoy, soy una persona que puede estudiar y avanzar gracias a las becas. Creo firmemente que los poderes públicos necesitan trabajar en ofrecer políticas activas de empleo. Es lo más importante en lo que ahora mismo puedo luchar, sobre todo hablando en nombre de gitanos y gitanas jóvenes como yo. Sin esos apoyos no tendríamos las mismas posibilidades. Hace solo 30 años que las personas gitanas están en el sistema educativo. Es necesario conocer estas dificultades para darse cuenta de la desigualdad de la que partimos".

"Los gitanos jóvenes estamos aquí para demostrar quienes somos y que los estereotipos que tienen sobre nosotros no son reales. Hace 10 años no conocía a ningún gitano que estuviera en la universidad. Hoy sí, así que dentro de una década nos veo más integrados en el mercado laboral y a mí convirtiéndome en un referente para la gente que empieza a tomar conciencia y decide emprender el camino del activismo".

Adolfo y Sara, 22 y 19 años: "El racismo nos ha influido y limitado mucho mentalmente"

"Soy Sara y me he criado siempre en una familia gitana. En 6º de primaria empecé a tener claro hacia dónde quería orientar mi vida e hice bachillerato, selectividad y elegí la carrera de Magisterio".

"Yo soy Adolfo y me críe en una familia gitana. Los dos somos de Puente de Vallecas. Siempre he estado escolarizado y actualmente estamos los dos estudiando en la universidad. Me he criado en un entorno humilde, trabajador y honrado".

Adolfo y Sara:

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S: "En mi caso nunca he sufrido discriminación, aunque sí que he visto algún caso de comentarios en clase. El año pasado una profesora, mientras hablábamos del orden social y las culturas, saltó diciendo algo así como: “es como si aquí en nuestra clase tuviéramos una persona gitana”. Claro, todos mis compañeros me miraron y dije que era gitana. La profesora reparó en su error y me dijo que no se la esperaba. No es una discriminación, pero ya es un comentario de… ¿por qué ha de sorprenderte?"

A: "Algún comentario también he escuchado, sobre todo en clase. Lo que más me sorprende es que venga de profesores que son jueces. Uno de ellos dijo que muchos de nosotros nos dedicábamos a vender droga".

"¿Ah, pero eres gitana? ¿Te dejan estudiar?"

S: "Siempre recuerdo una anécdota donde me sentí discriminada en el colegio. Mi mejor amiga cumplía años y estábamos en segundo de primaria. Lo iba a celebrar en un parque de bolas y vi que a mí no me invitaba. Me resultó muy raro, así que le pregunté y su respuesta fue que su madre no me dejaba por ser gitana. Yo alucinaba. ¿Qué tendría que ver? Siempre he sido una persona muy sociable, así que en ningún momento me sentí culpable".

A: "Nunca voy a renegar de mis raíces, pero sí que he sufrido rechazo. Cuando era pequeño, era el único gitano de la clase. A mi me decían: ¿eres gitano? Y yo mira sí, pero soy español. Había madres que no querían que me juntara con sus hijos. Al igual que eso, mis compañeros hacían trabajos en grupo, quedaban en sus casas y a mí no me llamaban. No contaban conmigo".

S: "Hay comentarios que es todo a raíz de los estereotipos que hay en la sociedad. A mi mil veces me ha pasado de encontrarme con una persona nueva en mi clase y que me pregunte: ¿ah, pero eres gitana? ¿Te dejan estudiar? Esto de que los gitanos sean universitarios muy poca gente se lo cree. Muchas veces, en la misma ESO, los profesores no luchan por nosotros".

"La RAE sigue definiéndonos como trapaceros"

A: "Somos un pueblo bastante golpeado por el racismo en España. Creo que después de tantos años sin alzar la voz por temor y después de perder gran parte de nuestra cultura, nos toca luchar por que nos acepten tal y como somos. Nosotros no nos tenemos que integrar en ningún lado. Hemos sufrido tanto racismo a lo largo de los siglos que ahora, que nos estamos empoderando política y académicamente, es cuando resulta extraño escucharnos. Nunca nos hemos pronunciado al respecto y seguimos teniendo miedo al rechazo, a no sentirnos aceptados. No por ser gitano tengo que ser un ladrón. En España, que es un país presumiblemente democrático, me parece fatal que siga habiendo una acepción que haga referencia a nosotros como “trapaceros”".

S: "Siempre nos quieren juzgar sin conocer absolutamente nada de nosotros ni de nuestras costumbres. Yo pediría que primero nos den la oportunidad de conocernos antes de criticarnos".

A: "Creo que 10 años vamos a estar mejor que ahora. Hay muchos que siguen pensando que no queremos estudiar ni integrarnos. Pero hay muchas familias gitanas que su economía no les permite acceder a más estudios y viven al día a día. Creo que dentro de 10 años tendremos más riqueza cultural e intelectual. Los gitanos tenemos un gran potencial, pero no nos dan la oportunidad de desarrollarlo. Intentas ir a un puesto de trabajo y ven un apellido y no te aceptan. Lo que reclamamos es que nos den las mismas oportunidades que al resto, sea donde sea. El racismo nos ha influido mucho y nos ha limitado mentalmente. Al ver esa presión social y rechazo sobre nosotros, no somos conscientes de lo que podemos llegar a ser".