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GEN Z TOPICS

Sobre los purismos en la música: hiphop, autotune, C. Tangana y los queridos haters

  • Se reabre el debate en redes sociales sobre la mentalidad purista de los raperos
  • ¿Y qué si soy fan de Violadores del Verso, Camarón y Miley Cyrus a partes iguales?
  • Rosalía y flamenco, C. Tangana y hiphop, Bad Bunny y reguetón... ¿amigos o enemigos?
  • Más reflexiones en Playztrends

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C. Tangana en "Comerte entera"
C. Tangana en "Comerte entera"

"Me gustaba más cuando era Crema". Ya, y a mí me gustaba el Grand Prix, pero terminó y solo me queda verlo en YouTube. Porque para qué engañarnos: nos quedamos siempre en lo antaño, que ya lo dijo alguien en su día, que "cualquier tiempo pasado fue mejor". ¿Quién quiere bailarse un temazo de C. Tangana en la discoteca? Mucho mejor escuchar a Crema en el walkman, claro. Aunque pensándolo bien... ¿por qué no las dos cosas? ¿Dónde están esos hombres lobo que escuchan hiphop clásico por el día y bailan reguetón por la noche?

Aún recuerdo cuando en el instituto mis compañeros de gorra plana me miraban como si hubieran visto un fantasma por llevar en el mp3 a Violadores del Verso, Camarón y Miley Cyrus. Sí, he dicho Miley Cyrus. Lo mismo me rapeaba unas barras de Kase. O como que cantaba el temazo de "Party in the U.S.A". Mejor ni comento si asomaba de repente un tema de Daddy Yankee. "La mártir del rap", me decían. "No entiendes nada de hiphop, no lo respetas escuchando eso". Y ahora escribo un artículo sobre lo bien que le ha ido a la música haciéndose amiga de otras músicas. En fin, la vida.

Sin entonar para que lo escuche toda España

Pero aún tengo a mi corazón partido en dos entre el género que idolatro y defiendo y la ideología purista de sus seguidores. Una relación de amor-odio con su música y con los que reniegan de todo lo que no sea boom bap clásico. Hasta el propio Crema se dio cuenta: "No pienso ser camarero nunca más", dijo. Y ahora canta "sin entonar para que lo escuche toda España". Ese tipo que se hace llamar C. Tangana, que se llamaba Crema y que formó durante un tiempo Agorazein, ahora hace pop, colabora con artistas latinos, con La Húngara, experimenta con boleros, es portada en Forbes y canta hasta en los escenarios de OT. Porque ya lo dijo él mismo, que no quería ser camarero nunca más.

Porque para muchos raperos de la vieja escuela y su ejército de seguidores de lo clásico, ser rapero significaba no poder escuchar otros géneros musicales (sobre todo reguetón), no poder colaborar con otros artistas (sobre todo de reguetón) y por supuesto no rozar lo mainstream (y mucho menos si en lo mainstream está el reguetón). Ya lo dijo mi abuela: "más vale pájaro en mano que ciento volando". Vamos, que teniendo un oyente mensual que te escucha desde el vídeo de YouTube, para qué quieren los raperos más de un millón de oyentes en Spotify como los de Natos y Waor.

Aún recuerdo cuando vi en 2018 al mismo Juancho Marqués, miembro de Suite Soprano, uno de los grupos del underground madrileño más importantes, colocarse con una banqueta y una guitarra en medio del escenario y cantar "Creep" de Radiohead. "Algún purista que otro ya tiene el tomate preparado en la mano", pensé en ese momento. Y menos mal que después solo sonaron aplausos. Desde aquí, gracias, Juancho, por tu atrevimiento y honestidad al arriesgarte a hacer ahora indie. Ahora puedo escucharte rapear en Domenica y cantar en Blue Sundays, un viaje que recomiendo a cualquiera.

El monstruo del autotune

Porque molaba mucho eso de pertenecer a un ghetto musical en el instituto. Raperos contra reguetoneros, flamencos contra rockeros, metaleros contra todo lo que no fuese heavy metal. Ni la propia FMS tendrá en su vida una batalla de este calibre. Y ahora los astros se alinean y los puristas tienen un enemigo común: el trap y el autotune. Ese monstruo que ha venido a comerse a nuestros hijos, el coco que atormenta por las noches... ¡Tiembla, Nirvana, que ha llegado Omar Montes!

Y que conste que esto no es apología del autotune, sino de que en el catálogo de Spotify hay hueco para todo y todos. Y después ya cada uno que escoja su playlist ideal (en la mía llevo a Nirvana y a Omar Montes, por cierto). Con la fusión de los géneros musicales, el auge de ese extraño e innovador estilo llamado "trap" y la reconversión de muchos raperos al mainstream, parece que a algunos fanáticos del hiphop les ha terminado de explotar la cabeza. Y por enésima vez (o más) se reabre en redes sociales el debate sobre los purismos en la música: el flamenco y Rosalía, el hiphop y C. Tangana, el reguetón y Bad Bunny... ¿amigos o enemigos? Para muchos, archienemigos. Para otros, una historia de amor eterno. Y para los datos, el trono de las listas internacionales, que no es poco. "¡Ay, si Freddie Mercury levantara la cabeza!", sigo oyendo por ahí.

Reguetón, flamenco y haters

Según los últimos datos de Spotify, Bad Bunny ha sido el artista más escuchado en el mundo en 2020. ¿Por qué? Pues porque sí. ¿Por qué tiene que haber un porqué? Más de 8.300 millones de streams de fanáticos de todo el mundo que han elegido al Conejo Malo como la estrella mundial de la música por excelencia. Él es latino, rapero, reguetonero, trapero, cantante, artista, innovador, visionario... y todo lo que quiera ser. Los detractores del mundo han tachado al puertorriqueño de "mala influencia" para nosotros, los jóvenes, por cantar sobre sexo y amor al mismo tiempo. Pero el pueblo ha hablado y los jóvenes, también. Tres discos en un solo año, unas cuantas canciones para la historia de la música latina y el título no oficial de todo un ídolo musical.

Al igual que Rosalía, paradójicamente amada y odiada al mismo tiempo por el público español. El Mal Querer, disco ganador de cuatro premios Grammy Latino y un Grammy, pero en España parece que no nos es suficiente. "Menudo insulto para el flamenco", refunfuñan algunos aún. ¡Como si al arte hubiera que ponerle barreras! Me queda el consuelo de que a Camarón le criticaron en su día por añadir guitarra eléctrica y batería al flamenco jondo y hoy tiene otorgada la Llave de Oro del Cante. ¡Tranquilo, querido lector! Te aviso de una cosa antes de que te dé el paro cardíaco si eres de esos amantes del flamenco jondo (como yo). Rosalía no es Camarón, porque ella no hace flamenco. Ya puedes respirar tranquilo, que el objetivo de este artículo no es desinformar a nadie. Pero oye, cómo mola lo que hace "la Rosi", ¿no? Un poco de aire fresco nunca viene mal.

Y hasta aquí la reflexión de una amante del rap, del flamenco, del trap y del reguetón a partes iguales. Sobre todo del rap y del flamenco. Ah, y de Miley Cyrus. Y a los de la gorra plana del instituto: tengo la esperanza de que alguno os hayáis convertido en ese hombre lobo que escucha rap por el día y baila reguetón por la noche.