Del Tibet a Netflix: la secularización de la meditación
- La meditación guiada llega ya a Netflix y Spotify como contenido de entretenimiento y, de paso, como anestesia para los males de nuestro tiempo
- ¿Nos lleva la meditación a un individualismo aún mayor?
La meditación es una práctica que nace principalmente como ejercicio espiritual de las religiones budistas e hinduistas, pero también de otras no tan reconocidas como el islam, el judaísmo e incluso el cristianismo. Pero la popularización de la meditación en occidente no se debe a la religión, si no a la falta de esta. Si ha logrado convertirse en una de las tendencias modernas de salud y cuidados personales más populares de los últimos años, no ha sido por mantener la intención de la filosofía zen que busca "alcanzar la condición natural de la conciencia humana", sino por ofrecer soluciones prácticas para hacernos mejores personas, reducir el estrés o manejar la ansiedad. Así lo demuestra un estudio del National Center for Health Statistics que refleja el crecimiento de estadounidenses que practicaron la meditación, un 14% en 2017 frente al 4% del 2012. Pero, ¿cómo se ha puesto de moda una práctica tan alejada de los ritmos de vida modernos?
Los cánones budistas categorizan más de cuarenta formas de meditación, pero una de las más populares es la llamada Anapana Sati Yoga, o meditación de la respiración, en la que toda la concentración pasa a seguir los ritmos de inhalación y la exhalación de nuestro cuerpo, evitando dejarse llevar por los pensamientos, ideas y sensaciones que naturalmente surgirán durante el ejercicio. El salto al mainstream de una práctica tan vacía de estímulos se ha producido gracias a aplicaciones móviles como Headspace, que ofrecen audios de meditación guiada. Esta app, una de las más populares del mercado, estrenó a principios de enero en colaboración con Netflix su propio programa, Guía Headspace para la meditación para motivar a aquellos cuyo propósito de año nuevo fuera introducirse en la meditación. El londinense y ex monje budista Andrew Puddicombe, escritor, profesor de meditación y cofundador de la app, nos trae todos sus saberes en cápsulas audiovisuales de meditación guiada para todos los públicos, "sin necesidad de irse al Himalaya a convertirse en monje".
Espiritualidad en un mundo ateo
No es la primera vez que la plataforma apuesta por contenidos basados en la espiritualidad, como ya lo hizo en abril de 2020, (en pleno confinamiento) con el estreno de Midnight Gospel, una serie basada en los podcasts de Duncan Trussell y animada por Pendleton Ward, creador de Hora de Aventuras. En ella podemos ver a su protagonista, un curioso podcaster llamado Clancy, explorando múltiples universos virtuales donde entrevista a personajes que, en cada capítulo, abordan una cuestión filosófica diferente como la religión, la meditación, la magia, la muerte o las drogas. En estos podcasts reales convertidos en animaciones posapocalípticas, la meditación es uno de los temas recurrentes y se presenta como una forma de salvarse a uno mismo en un mundo que se descompone por momentos.
Más allá de Netflix, en Spotify también han aterrizado con éxito los podcasts sobre meditación guiada. Un caso de éxito es el podcast Meditada, que fue el tercer podcast más escuchado de Spotify España en el 2020, con una media de 25.000 escuchas diarias. Su creador, Luis, propone sesiones de meditación guiada de 20 minutos para casi cada faceta de la vida: para lidiar con pensamientos negativos, para empezar el día con ganas, para dormir sin miedo, para disfrutar del trabajo o para amenizar tus 20 minutos de running sobre el asfalto.
Cada vez más estudios científicos demuestran los efectos positivos de la meditación
Los fundadores de Headspace, Andrew Puddicombe y Richard Pierson, declararon en una entrevista que sus intenciones sobre la meditación al crear esta app eran "desmitificarla y hacerla más accesible, más relevante para el mundo moderno y más creativa" o, en otras palabras, secularizarla. Una de las claves para entender cómo y porqué ha triunfado la meditación en un occidente cada vez más secularizado, se debe al fenómeno por el cual nos sentimos más atraídos por las religiones orientales y sus prácticas que por las de nuestra cultura, como por ejemplo el cristianismo.
La importación cultural en occidente se produce a través de una traducción de las enseñanzas religiosas orientales al lenguaje contemporáneo, reduciendo estas prácticas como la meditación, el yoga o el taichi, a meras actividades de consumo, estilos de vida y aficiones, privadas de cualquier atisbo de religiosidad que aseguran mejorar nuestra salud, hacernos más exitosos en el trabajo o disfrutar más de la vida, llenando un vacío espiritual sin tener que renunciar a nuestro ateísmo.
Aunque secularizada, la meditación aporta una dimensión espiritual al que la practica. Redescubrir la forma en la que nuestro cuerpo se relaciona con el entorno, reconocer cómo ignoramos nuestra capacidad sensorial, romper con la automatización de las actividades cotidianas y tomar conciencia de los pensamientos que tienen lugar en nuestra mente, puede llegar a generar una experiencia mística muy parecida a la que sienten los creyentes. Las diferencias son obvias, ya que en este caso la parroquia es la silla en la que te sientas, la deidad eres tu mismo y la fe no es necesaria, ya que la neurociencia nos aporta el empirismo científico para demostrar que los beneficios en nuestro cerebro son reales. De hecho, el auge de la meditación parece ir de la mano con el aumento de estudios científicos que demuestran los efectos positivos de la meditación en nuestro cerebro: en 2010 solamente se publicaron 10 estudios sobre la materia frente a los 1203 estudios publicados en el 2018.
Salud mental, autoayuda y neoliberalismo
Los efectos secundarios de la pandemia están siendo devastadores para la salud mental y la situación económica de gran parte del mundo. La meditación se presenta en este escenario caótico siguiendo una de las mayores máximas del neoliberalismo: encontrando su mejor oportunidad en mitad de la peor de las crisis. Así, la práctica de la meditación centra su discurso a través del lenguaje terapéutico de la autoayuda, un discurso que encaja a la perfección con el modelo neoliberal que entiende al individuo como dueño de su destino, absoluto responsable de sus circunstancias y por lo tanto el único capaz de curarse a sí mismo, sin atender a las circunstancias económicas, sociales y culturales que le rodean. En las sociedades del primer mundo, cada vez más hiperconectadas mediante la tecnología pero atomizadas y desprovistas del sentido de comunidad, cuyas enfermedades mentales más preocupantes son la ansiedad y la depresión, aprender a manejar el estrés de la vida moderna es una necesidad primordial.
No es casualidad que muchos de los CEO de la industria tecnológica como Microsoft o Linkedin, hayan confesado practicar el mindfulness como una forma de liberarse del estrés de sus vidas, tomar mejores decisiones en su trabajo y vivir plenamente. Eso si, sin renunciar de ninguna manera a las dinámicas empresariales que sus imperios comerciales generan en sus vidas y en las de sus trabajadores.
Esta idea se cristaliza cuando empresas como Google o Deutsche Bank incluyen el mindfulness como una prestación para sus empleados para atajar los problemas derivados del estrés laboral y la productividad constante. En 2018, el 52% de las empresas estadounidenses contaban con algún tipo de servicio de mindfulness para sus trabajadores. El escritor Ronald Purser, en su libro McMindfulness: cómo el mindfulness se convirtió en la nueva espiritualidad capitalista, denuncia cómo no solo las empresas, si no otras instituciones como los colegios, los gobiernos o el ejército abrazan esta dinámica que sitúa a la víctima como responsable bajo la idea de que el éxito (y la salud) es algo que depende de uno mismo, llevándonos así a una peligrosa deriva en la que la meditación se convierte en un ritual perfecto para sobrevivir al capitalismo sin alterarlo. Una reflexión muy alejada de la que promueven otros afamados gurús de la meditación, como el médico y escritor Deepak Chopra, autor del libro Las siete leyes espirituales del éxito, que recientemente publicó su nuevo programa "21 días de meditación" junto al famoso cantante y productor J Balvin, cuyo éxito radica en la perfecta traducción de las enseñanzas religiosas orientales y su lenguaje espiritual a la cultura occidental y el lenguaje capitalista.
Lo que deberíamos preguntarnos, asumiendo que la meditación ha venido para quedarse, es si nos lleva a un individualismo aún mayor y sirve como anestesia para los males de nuestro tiempo, o por lo contrario es una herramienta ideal para lograr un mejor y más profundo entendimiento de las relaciones humanas, romper con la fantasía digital y la sobreestimulación en la que nos vemos envueltos y centrar nuestro bienestar en la atención plena del presente. Mientras tanto, podemos seguir confiando nuestra salud mental a Netflix.
***** CARLOS CASCOS (Madrid, 1994) estudió Periodismo y Cinematografía en Madrid. Ha colaborado en diferentes programas de radio y en medios digitales como Vice, Mondo Sonoro, Yahoo! o TiU. Ahora es guionista en el programa de Gen Playz (RTVE)