Compras compulsivas: ¿Somos adictos a gastar en chorradas?
<span class="hddn">En <a href="https://www.rtve.es/playz/gen-playz/"><em>Gen Playz</em></a>, debatimos sobre por qué no podemos parar de comprar</span>
<span class="hddn">¿Es compatible tener un consumo responsable siendo un comprador inconsciente?</span>
Es innegable que cada vez es más fácil comprar. La llegada de Internet ha supuesto un cambio radical en la forma que teníamos de gastar nuestro dinero. Pero ¿es compatible tener un consumo responsable siendo un comprador inconsciente? ¿Qué ocurre en nuestro cerebro cuando compramos? ¿Quién no ha comprado alguna chorrada solo por el subidón de comprar?
En este debate de Gen Playz, contamos con la presencia de la psicóloga Alba Palazón; el diseñador Selena Winters (@selenawinterss); Anónimo García, miembro de Homo Velamine y activista anti publicidad en la plataforma Zero Automobile Publicity; Alba Sueiro, especialista en comunicación para marcas; Patricia Reina, directora del blog ‘Vivir sin plástico’; y nuestra queridísima Samantha Hudson (@badbixsamantha).
¿Por qué no podemos parar de comprar?
El consumismo forma parte de la sociedad. Por eso, cada vez es más común sentir ese deseo incontrolable de adquirir artículos de toda índole sin saber muy bien para qué. Como bien dice Danel, gastar dinero es muy sencillo, conseguirlo ya no tanto.
Nuestra psicóloga de referencia nos explica por qué somos adictos: “Cuando compramos en nuestro cerebro hay una especie de explosión de dos sustancias: dopamina y serotonina. Entramos en un estado de felicidad, de satisfacción, de placer muy notable”. Sin embargo, según Alba, este estado en los compradores compulsivos “dura muy poquito”. En poco tiempo, “aparecen las reacciones opuestas, como la vergüenza o la culpabilidad”, añade.
Al preguntarle sobre si pasa lo mismo que cuando se consumen drogas, ella lo tiene claro: “El circuito que se activa al comprar es muy parecido al de cuando consumes cocaína”. Por este motivo, cuando Selena compra, entra en una especie de bucle que le da ansiedad: “Madre mía, me estoy gastando un dinero que no tengo, no necesito tanto”.
¿Gastamos más online?
“Yo creo que sí porque es mucho más sencillo”, responde Samantha. “Tomas menos conciencia porque no es algo tangible, no ves que te has llevado 15 kilos de ropa en un segundo”, continúa. Aunque se define como una “compradora compulsiva”, recordemos la armadura medieval de 190 euros que se compró solamente porque estaba de oferta, dice que al menos suele “comprar cosas de segunda mano”.
Por otro lado, a Patricia nunca le han gustado las compras: “Para mí, ir a un centro comercial es lo más parecido a ir al infierno”. Recordemos que ella lleva 5 años sin usar plásticos en su día a día. Todo un reto.
¿Es la publicidad la culpable?
Anónimo lo tiene muy claro: “La publicidad es la que hace que la gente necesite cosas que no necesita realmente”. Para Alba Sueiro, las marcas “cada vez son más conscientes de su papel y tratan de facilitar ese consumo responsable”. Pero a Anónimo este argumento no le convence: “Esas serían solo las marcas más minoritarias o elitistas, las grandes marcas nos incitan a consumir, obsolescencia, comprar cosas nuevas”.
“Al sistema económico no interesa que compres algo que te va a durar toda la vida”, apunta Alba Sueiro. Mientras, a Anónimo le llama la atención que, desde que tiene uso de razón, “siempre hay una nueva fórmula para lavar la ropa de color blanco”.
También abrimos el melón de si las redes sociales nos escuchan. Selena lo ha comprobado: “Estuve toda la tarde hablando de un producto y al rato me salió en Instagram”. A Patricia también le ha pasado: “Estuve hablando con una amiga de colchones, sin buscarlo en Google, y me salió publicidad igualmente”.
Influencers y consumismo
Para Selena, “hace más daño la influencer que no repite modelito nunca que un anuncio”. Samantha aprovecha para quejarse del consumismo excesivo al que estamos expuestos: “Estamos tan mal en esta sociedad, igual dices ‘joder, estoy súper precaria, trabajando 40 horas y no tengo ni un minuto’ y como no puedes gestionar esas emociones pues te compras un pimentero eléctrico para volver a sentir que tienes el control”. Es decir, la sociedad se ve obligada a suplir sus carencias personales con objetos materiales.
“Para fabricar unos vaqueros hacen falta ocho mil litros de agua, ¿de verdad son necesarios para una sola prenda de vestir?”, se pregunta Patricia. “Los datos son brutales, y después una camiseta de algodón cuesta 3 euros”, continúa Alba.
¿Y el comercio local?
Con tanta compra online y grandes superficies, el comercio local vive uno de sus peores momentos. “El problema es el libre comercio y que todo se deje en manos de empresas privadas que solo miran por sus intereses y por seguir enriqueciendo sus bolsillos”, dice Samantha.
En este sentido, Patricia está de acuerdo con Samantha: “Se puede concienciar pero esto o se cambia con legislación o no se cambia”.
Por último, se incorporan Celia Zanón, enfermera; y David Álvarez, realizador y productor audiovisual. Aunque la primera muchas veces se arrepiente de lo que compra, no lo devuelve “por la pereza de volver a la tienda”. Mientras, para David, “no somos la generación más consumista pero sí que es verdad que tenemos muchas distracciones”.