Alejandro Sotodosos presenta 'Después de todo': "Nuestra generación es más social y menos real que nunca"
- El escritor aborda historias repartidas en 100 palabras, 100 textos y múltiples emociones y significados
- "Vivir y sobrevivir, estando a una preposición de distancia, lo cambia todo"
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"Los sentimientos no se razonan, se sienten". Así podría resumirse el abanico de emociones que aborda Alejandro Sotodosos en Después de todo. Un libro repleto de relatos llenos de significado donde este apasionado de las letras decidió volcar su modo de ver y enfrentarse a la vida. Tiene cuatro libros a sus espaldas que publicó cuando tenía entre 17 y 20 años, pero ahora regresa con un proyecto que analiza y desentraña en la entrevista concedida a PlayzTrends. ¿Cuáles son sus motivaciones? ¿Su historia es el fiel reflejo de nuestra generación?
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¿En qué momento vital estabas cuando te lanzaste a escribir “Después de todo”?
Alejandro: Yo siempre he escrito este tipo de prosa. Tenía una serie de textos que había estado escribiendo en los últimos años y publicando en redes, así que intenté articularlos. Es decir, determiné cómo iba a organizarlos y cómo hacer que el lector pudiera digerirlos de forma orgánica y lo más natural posible. A mí siempre me han gustado las palabras, así que decidí tenerlas de hilo conductor. Mucha gente las lleva tatuadas, así que se me ocurrió que podía recuperar las que me resultaran más atractivas e intentar encajar los textos con cada una de ellas.
¿Crees que, precisamente, eso del aquí y el ahora a veces se nos olvida?
Alejandro: Sí, totalmente. Es un poco la tendencia de la sociedad en la que vivimos: hacerlo todo rápido, cuanto más mejor, no pensar en este momento y pensar en lo que vamos a ser dentro de "X" tiempo... Muchas veces se nos termina olvidando este momento. Incluido yo. Así que es también un recordatorio personal.
"Vivir y sobrevivir, estando a una preposición de distancia, lo cambian todo"
“Pasar por la vida sin mancha ni defecto sería igual a no haber vivido”. ¿Crees que nuestra generación piensa así? ¿Estamos arriesgándonos más que nunca?
Alejandro: Creo que nuestra generación tiene una tendencia, y es que cuando no tienes nada, no tienes miedo. Con esto me refiero a que nuestra generación es la de personas que han estudiado una carrera, un máster, se han ido a trabajar fuera... y aun así no encuentran su sitio, ya no solo en el mercado laboral. Hay veces que no quieren seguir el camino que han marcado las generaciones anteriores y quieren hacer el suyo propio. Al final, el miedo es totalmente relativo, así que cuando no tienes nada que perder porque tienes un trabajo donde no ganas lo suficiente como para poder alquilar un piso, por ejemplo, evidentemente eso te hace no tener ningún tipo de temor. O si lo tienes, será mucho más pequeño y fácil de asumir. Creo que eso es un poco lo que marca la diferencia respecto a nuestros padres o abuelos, incluso con otros países donde personas de nuestra edad sí que pueden acceder a un trabajo estable y hacer su vida como ellos decidan.
Hablas también del hecho de vivir y sobrevivir. ¿Qué crees que prima ahora? ¿Estamos viviendo? ¿O sobreviviendo?
Alejandro: Hay un texto dentro del libro que dice algo así como "Vivir y sobrevivir, estando a una preposición de distancia, lo cambian todo". Lo pienso de verdad, porque va ligado mucho al concepto del "aquí y ahora". Al final vivimos en un mundo que nos hace posponer decisiones y nos inunda con tantas cosas que, al final, es muy difícil enfocar en lo importante y priorizar en base a nuestros valores. Se nos olvida, porque requiere un tiempo y un esfuerzo para darnos cuenta de hacia dónde queremos ir. ¿Va en consonancia con mis valores? ¿Si no lo hago pasará algo? No nos paramos a valorarlo.
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Uno de los textos habla sobre “volver a empezar”. ¿Crees que la pandemia nos ha dejado un poco ese sentimiento?
Alejandro: Sí y no. Es decir, estoy de acuerdo con que volver a empezar nunca es fácil. Pero sí que es cierto que cuanto más joven eres, menos complicado resulta, porque no tienes que romper tantas cosas del pasado. Yo soy de los que cree que la pandemia nos va a cambiar poco, pero soy optimista porque pienso que algunas cosas sí que nos las ha modificado. Antes, por ejemplo, viajaba cada semana y me quejaba de no estar el suficientemente en casa. Ahora me quejo de lo contrario. Creo que estamos apreciando también las pequeñas cosas, sobre todo aquellas que no son materiales y las que hemos ido descubriendo porque antes no nos habíamos parado a pensar. Por ejemplo, estoy leyendo mucho más y de manera mucho más consciente. El nivel de profundidad que podemos poner ahora es mucho mayor que el que teníamos antes. La pandemia nos ha hecho abrir los ojos en eso de "cuanto más tenga, mejor soy". Ahora defendemos el concepto opuesto: menos es más. Poco a poco estamos encontrando el sentido real de las cosas.
“Solemos valorarlo todo cuando lo hemos perdido”. ¿Nos sigue pasando?
Alejandro: Esto en realidad no tiene que ver con la pandemia, sino con la naturaleza del ser humano y con el hecho de acostumbrarnos a lo que tenemos y dar por hecho cosas que no deberíamos. Desde tener un techo en el que dormir, un amigo con el que conversar... Es decir, el concepto de la rutina es algo que estábamos perdiendo. Al final, hasta que no lo pierdes no eres consciente. El inconformismo del ser humano siempre está ahí. Lo importante es no perder el contacto con la calle, con la vida. Solo viendo o hablando con tu entorno, conociendo u observando lo que ocurre alrededor, podemos ser más consciente de lo que tenemos y de la suerte que tenemos para conseguir mitigar las consecuencias del aburrimiento.
"El mayor miedo que tenemos a día de hoy es a no gustar"
“Creo que la soledad enseña las lecciones más crudas”. ¿Nos han enseñado a estar solos?
Alejandro: La soledad, como todo, si es elegida es saludable. Y también depende de la dosis, como todo. Volvemos un poco a lo mismo: el hecho de decidir si tener hijos, de no tener una casa propia o no tener pareja, muchas veces nos refuerza en la idea de que podemos ser capaces de disfrutar de la soledad. Sin embargo, sí que creo que de vez en cuando necesitamos una dosis de soledad y silencio. De hecho, una de las cosas que no hacemos ahora mismo es aburrirnos, así que muchas de las decisiones que tomamos las elegimos con mucho ruido alrededor. Al final todo lo que dice tu entorno te está influenciando, y más en este momento de redes sociales. Debemos hacer un ejercicio para replantearnos lo que queremos y necesitamos. El concepto de libertad de elección, incluso en un tema como la soledad, es muy importante tenerlo en cuenta. De nuevo, la pandemia nos ha dado un espacio y un tiempo para estar solos y decidir y pensar qué es lo que queremos.
“Que dure por amor, no por costumbre”. Ojalá siempre lo tuviéramos así de claro, ¿no?
Alejandro: Es complicado. Yo cuando me leo mis textos no termino de estar de acuerdo con lo que pensaba antes. Al final escribes o pones en un papel lo que piensas en un momento determinado, pero nadie te garantiza que siempre vas a tener esa forma de ver la vida. La gente que dice eso de "es mi opinión y punto" me da que pensar un poco en las limitaciones de sus creencias y en lo arraigadas que llegan a estar. En el tema del amor, al ser un concepto tan amplio, tiene que haber siempre una chispa o algo nuevo para romper con las carencias. Sino, se genera una costumbre y volvemos al punto anterior: damos por hecho que las cosas tienen que ser como son y genera en nosotros ese sentimiento de dependencia emocional. Al final es algo que terminará por romperlo todo.
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Mencionas los miedos que están pegados a nosotros 24/7. ¿Cuáles crees que son los mayores miedos de nuestra generación? ¿La soledad podría ser uno de ellos?
Alejandro: Creo que en nuestra generación, que es más social pero menos real que nunca, el mayor miedo que podemos llegar a tener es a no gustar. El miedo a no ser parte de algo, a estar solos y no pertenecer a nada. Ese es un temor que se refuerza con el hecho de estar cada vez menos en contacto físico y más en contacto virtual. Yo siempre digo que la tecnología nos acerca a los que están lejos y nos aleja de los que están cerca. También creo que hay un gran miedo a fracasar, que al final va un poco en relación a eso de no pertenecer a nada. Esto ya está teniendo consecuencias en la salud mental, y me atrevería a decir que va a tener más aún en el corto y medio plazo. En nuestra generación, también tengo claro que se han perdido algunos miedos. No tenemos temor, por ejemplo, al decir que queremos acudir a terapia. Antes creo que era un poco como "tú olvídate, no pasa nada; todo pasa". Supongo que se han equiparado los conceptos y al igual que vamos a un gimnasio a cuidar del cuerpo, podemos ir a un psicólogo a cuidar nuestra mente. Creo que seguimos teniendo temor de que la persona que tenemos enfrente nos vea mal y no quiera estar con nosotros.