Que C. Tangana mole y Rosalía no solo tiene un nombre
- Reflexiones de una amante del flamenco, de C. Tangana y Rosalía, a partes iguales
- Esto no es un ataque a Pucho, sino una invitación a reflexión del porqué de algunas actitudes del público
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Cuando vi que C. Tangana iba a participar en el formato del Tiny Desk junto a Antonio Carmona, La Húngara y Kiko Veneno, no pude no dar las gracias, una vez más, al ver cómo Pucho volvía a hacerlo. El Madrileño, artista de los pies a la cabeza y, sobre todo, rapero en sus orígenes, volvía a juntarse con tres iconos del folclore español para fusionar y derribar otra vez las barreras de los purismos en nuestro país que tanto me duelen a veces.
Sin ir más lejos, el Tiny Desk de C. Tangana suponía otra puerta menos para demostrar, a aquellos que se refugian en su mente cuadriculada, que la música no tiene fronteras y que el arte está para eso: hacer que evolucione, porque para algo es arte. Pero desde mi miedo a aquellos ortodoxos de la música pensé que a Pucho le caería algún que otro cuchillo por indagar en este terreno que parecemos respetar tanto en España: el flamenco. Y, para mi sorpresa, no hubo críticas. Ni una sola palabra de "apropiacionismo cultural" o de "falso gitano" por parte del público, lo cual me alegró bastante y me hizo pensar para mis adentros: "quizá estemos mejorando en ese sentido".
Debe ser que mi mente ya se acostumbró a aquel debate y odio derrochado en Rosalía, una de las mejores artistas de los últimos tiempos, y me hizo coger pánico a los haters con estas cosas, pues las redes sociales a veces parecen el pozo sin fondo de la toxicidad y el odio. Pensaba que con C. Tangana se repetiría la historia, y no pasó (menos mal). Pero no pude evitar preguntarme a mí misma: "¿Por qué odiamos a Rosalía en su momento por indagar en el flamenco y a C. Tangana no?".
Y no faltaron nada más que unos cuantos tuits y algún que otro artículo desacertado de algún medio para entenderlo, pues estos desprestigiaban y comparaban el trabajo de Rosalía el día en el que Antón Álvarez era el único protagonista. Entendí, por un momento, que la veneración a la fusión de Tangana en el Tiny Desk y el rechazo absoluto al universo de Rosalía, a pesar de ser corrientes muy parecidas en cuanto a mezcla flamenca-trap-electrónica, y siendo dos ideas basadas en el mismo objetivo de llevar a España y al flamenco al resto del mundo, tenía más transfondo misógino que cualquier otra cosa referida a la música y al amor a este arte.
Quien me conoce sabe que llevo media vida peleándome con los puristas y la obra de C. Tangana en el Tiny Desk me pareció igual de acertada (y necesaria) que la de Rosalía en su momento con El Mal Querer. Por ello, este artículo no es un ataque a la actuación de Puchito, al revés, un aplauso gigante como cuando aplaudí la obra de Rosalía. Pero sí es una invitación a la reflexión del porqué de algunas actitudes del público en España. Porque no es la primera vez que un debate de naturaleza artística nace cuando la protagonista es mujer, y ni se toca cuando es un hombre. Y comprendí que aquello de que "C. Tangana mole y Rosalía no", como dijeron y mal compararon muchos esta semana, solo tiene un nombre.