El reto de cantarse "She Don't Give a FO" sentada: Duki, te debemos una
- El rapero argentino presentó en vivo su álbum Desde el fin del mundo en Madrid, la primera fecha de su gira por España
- "Fue difícil controlar las inevitables ganas de vivir, pero creo que lo conseguimos"
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Hacía una eternidad que no iba a ningún concierto multitudinario, exactamente desde que vi a Rosalía en el Wizink Center en diciembre de 2019. Ayer era mi vuelta a las andadas y pillé el concierto con bastante emoción, como es obvio. El 8 de julio era la primera fecha de la gira de Duki por España y ya nos lo avisó en su visita a Playz esta misma semana: que lo íbamos a "pasar increíble" porque, para él, "España es su segundo hogar" y su público de aquí se entrega al máximo en los shows. El rockstar de Argentina venía a presentar su nuevo álbum Desde el fin del mundo, sí, pero también a saldar una deuda que llevaba pendiente desde el verano de 2020, cuando la pandemia azotó a la cultura a más no poder y aplazó cualquier tipo de concierto o festival programado para entonces.
Llevábamos mucho esperando ese momento, tanto él como nosotros. Algunos llevaban casi dos años con la entrada comprada y fue precioso a la par que emotivo ver la cantidad de amor que recoge Duki en sus conciertos, todo un ídolo para nuestra generación. Los cánticos de "Duko, Duko, Duko" estaban presentes continuamente entre tema y tema. Su vuelta a los escenarios españoles estuvo perfectamente a la altura a pesar de los impedimentos que supone celebrar un evento en plena pandemia. Durante el espectáculo, él no paraba de repetirnos lo mucho que quiere a sus seguidores en España y las ganas que tenía de dar ese concierto. Hasta pidió perdón varias veces al recordarnos que teníamos que estar sentados: "si por mi fuera, estaríamos todos saltando, pero la situación es complicada, cabrones, gracias por el esfuerzo y por tanto amor". La intención era clara: conquistar el Palacio Vistalegre en vivo solo como él sabe hacerlo.
"Me di cuenta que estaba pidiendo imposibles"
Empieza el concierto y el público no tarda en enchufar el modo diablo. Duki abrió el show con "Sudor y Trabajo" y le siguieron temas como "Chico Estrella", "Volando Bajito", "Pintao" y clásicos como "Si Te Sentís Sola". Hubo hueco también para el romantiqueo con "I Don't Know", "Muriéndome" y "Además de mí Remix". Mi afonía del día siguiente estaba cada vez más cerca. Hasta ahí todo bien en lo que a estar sentados se refiere. Pero entonces llega el bloque de los reguetonazos y mi total sufrimiento con él. Se mascaba la tragedia. Me bailé en la silla como pude el "Sin Culpa", "2:50" y el "No me conocen Remix". Y ya con el "Wacha" casi muero, para qué negarlo. El ansia nos estaba comiendo vivos a todos y el perreo se estaba apoderando de mí. En ese momento empecé a ser consciente de que estaba pidiendo imposibles.
Son infinitas las canciones que interpetó el de Buenos Aires ayer -por cierto, "Cascada" y "Luna" suenan mucho mejor en directo, tenía que decirlo-. Un show lleno de buena energía y buen rollo que además se vio marcado por algunos highlights que nadie se esperaba, como la aparición estelar de Bizarrap en "Malbec", su featuring con el icónico productor. Lo dicho: si ya estábamos siendo felices con ver al Duko en directo después de año y medio de espera, ni mencionar entonces la emoción que irradiaba el público con los invitados sorpresa. Moonkey y We$t Dubai telonearon al argentino para calentar el pre-show y Dubai volvió a salir más tarde para cantarse "Sake" con él y prender del todo el directo. Menuda energía tiene el canario.
Asan también estuvo muy presente y otra de las sorpresas llega con Lucho SSJ y "Cuánto". Luchito nunca decepciona, no, pero el infarto definitivo llama a mi puerta con un bombazo que, a pesar de sospecharlo, confieso que pudo conmigo. De repente, aparece Trueno en el escenario para cantar el superhit de "Panamá" juntos. Casi se cae Vistalegre. No puedo ni explicar la alegría y la euforia de la gente con la situación. Señor, lo siento, quiero confesar: me levanté en esa canción tras casi dos horas de concierto sentada, no pude evitarlo. ¡Ay, Mauro, hice lo que pude, lo juro!
"Era una cita importante y su responsabilidad como ídolo y artista la llevaba por bandera"
Lo que sucedió ayer fue mágico y especial. Por un momento parecía la vuelta a la normalidad (pero la de verdad, no la nueva). Admito que estuvo bien eso de evadirse por un momento, disfrutar, soñar, cantar y olvidar el dichoso virus que tanto daño está haciendo. Tales eran las ganas que tenía Duki de vernos -y de nosotros verlo a él- que incluso paró el concierto en varias ocasiones para pedirle a la seguridad del recinto que no se llevasen a un chaval que parecía no respetar las normas. "¡Déjenlo, no se lo lleven, estamos pretty, estamos bien! ¡Ya falta poco! ¡Wacho, ponéte la camiseta que no estamos en la playa!". Supongo que él también era consciente de la dicotomía de la situación: por un lado, nosotros nos moríamos de ganas por saltar y arroparle con nuestro cariño, pero, por otro, no queríamos "cagarla" para que el concierto pudiera celebrarse con ¿normalidad?
Fue complicado encontrar ese equilibrio, pero creo que lo conseguimos. Pienso que esa vibra también se apoderó del propio Duki en alguna ocasión, pues estuvo pendiente en todo momento de nosotros y preguntaba constantemente si lo estábamos pasando bien, si estábamos disfrutando. Esos gestos dicen mucho de alguien que no hay que olvidar que se ha cruzado medio océano para venir a España. Era una cita importante y su responsabilidad como ídolo y artista la llevaba por bandera.
Si en 2019 en La Riviera, cuando fui a ver a Duki en su último concierto en Madrid, se me aparece mi "yo" del futuro y me dice que dos años después iba a cantarme en vivo el himno de "She Don't Give a FO" sentada, le digo que no me vacile y que se dé un paseo, eso seguro. Pero también confieso que con el pesimismo que rige mi vida actualmente y las pocas expectativas de volver a disfrutar de la música en 360 grados a corto plazo, agradezco el haber podido, al menos, cantarla ayer con una mascarilla puesta y los pies pegados al suelo. Supongo que eso es mejor que nada. No sé cuándo volverá a su ser la cultura ni cuándo terminará esta pesadilla y saqueo a la música en directo, pero la realidad es que es díficil de controlar las irremediables ganas de disfrutar un concierto como nos merecemos. Duki: tenías razón en que lo íbamos a pasar increíble, saldaste tu deuda, sí, pero ahora nosotros estamos endeudados contigo.
La razón es el habernos tenido que cantar y bailar tus temazos de aquella manera. Creo que casi rompo la butaca con el "She Don't Give a FO". No es broma. El muelle de la sillita de plástico ya estaba un poco flojo y mis ganas de levantarme y saltar con esos beats dignos de un rockstar rebosaban por mis cuatro costados. Mascarilla, distancia entre los asistentes, ni un cuarto de aforo y nada de levantarse o armar ninguna. Todo un reto si hablamos de trap y no de música clásica, por ejemplo. Esas eran las normas que el público tenía que cumplir a pesar de nuestras inevitables ganas de vivir. Y oye, ¡nosotros más que agradecidos de poder disfrutar del Duko en directo! Pero es innegable que después de un año y medio de pandemia cualquier melómano como yo, y en especial amante del trap y el malianteo musical, echemos de menos la locura que conlleva un concierto de este tipo de artistas en su máximo esplendor. ¡Qué dolor de corazón y qué examen tan difícil! Pero si el fin del mundo es este, yo lo firmo. Duki, vuelve pronto, y esta vez sin coronavirus. Te debemos una, wacho.